07 julio 2010

LA VAMPIRA DE VENECIA

 
En el mes de marzo del año 2009, Matteo Borrini de la Universidad de Florencia en Italia, dio a conocer que en 2006, él y su equipo encontraron el esqueleto de una mujer con un ladrillo clavado en su boca, mientras excavaban fosas comunes de víctimas de la peste de la Edad Media en Lazzaretto Nuovo, isla de Venecia, Italia.



En la Edad Media se creía que los vampiros eran los responsables de la propagación de plagas como la Peste Negra.



La sucesión de plagas que diezmaron Europa entre 1300 y 1700 alimentó la creencia en vampiros, sobre todo debido a que la descomposición de cadáveres no se comprendía bien aún. Los sepultureros que reabrían las fosas comunes a menudo se encontraban con cuerpos hinchados por gases, con unas cabelleras que seguían creciendo y con sangre que fluía de algunas bocas, lo que les llevaba a creer que muchos fallecidos seguían vivos.

Las mortajas que se usaban para cubrir las caras de los muertos a menudo se descomponían debido a las bacterias en la zona de la boca, lo que dejaba al descubierto los dientes de la víctima. De este modo, los vampiros pasaron a ser conocidos como "comedores de mortajas".



Según textos religiosos y médicos medievales, se creía que los no muertos difundían la pestilencia para chupar la vida que aún quedaba en algunos cadáveres. Así se mantenían hasta que conseguían la fuerza suficiente para volver a las calles.



Para matar un vampiro había que retirarle la mortaja de la boca, que era su sustento, como la leche para un bebé, y colocarle algo incomestible. Los excavadores de tumbas clavaban ladrillos en las bocas de los presuntos vampiros para que no comieran su mortaja y volvieran a la vida, dice Borrini.



Ahora bien, se han encontrado otros cadáveres con ladrillos en la boca, en Polonia, por ejemplo, pero esta es la primera vez que el ritual ha sido identificado.