05 octubre 2010

LA SANTA COMPAÑA: LA PEREGRINACIÓN DE LOS MUERTOS

Miles de testimonios aseguran haber visto una procesión de figuras con sudario, que avalarían la existencia del mito gallego de la Santa Compaña. ¿Qué hay de cierto? Veamos las hipótesis más sugestivas y los relatos de algunos testigos.

A la Santa Compaña la describen como una procesión de figuras vestidas de blanco y cubiertas con sendas capuchas.

El doctor Pereira regresaba a casa al filo de las dos de la madrugada tras atender un parto difícil en una aldea vecina. Al doblar un recodo del camino se encontró con La Compaña. Era un grupo de unas ocho tétricas figuras vestidas de blanco y cubiertas con sendas capuchas comandado por un pálido individuo que portaba una gran cruz de madera. La fantasmal comitiva se movía en el más absoluto silencio, mientras un fuerte olor a cera quemada lo inundaba todo. De repente, el grupo se detuvo frente a la casa de Manolo, el de la ferretería. El pánico dominó al doctor Pereira que salió disparado, como alma que lleva el diablo, para refugiarse en su vivienda, al otro lado del pueblo. Atrás quedaba el mito imposible que había visto con sus propios ojos: La Santa Compaña. Cuatro días después Manolo el ferretero moría de un infarto en la tasca del pueblo.

Este es uno de los casos típicos y tópicos que el folklore y la cultura popular gallega amontona entre los relatos de los viejos lugareños de cualquiera de sus aldeas. Y es que resulta muy difícil, aún en el siglo XXI, encontrar una aldea o pueblo gallego en el que no exista, al menos, un testigo de estas insólitas apariciones.

Pero, aunque en menor número, las apariciones no han desaparecido. En El Ferrol, Juan Pérez decía: Estaba con mi hermano en el coche, cerca de la playa, cuando los vimos. Eran una media docena. Todos vestían túnicas blancas, como de monjes, y se movían en silencio por encima de las rocas. Nos quedamos petrificados sin poder decir palabra.

Bruno Alabau, otro testigo de la insólita aparición, fue el más explícito, ya que pudo presenciar el fenómeno desde más cerca: Fue en marzo de 1982, en Gisamo, La Coruña. Yo era boyscout y me encontraba con mis compañeros en una acampada de fin de semana. Después de la cena, ya era de noche, hicimos un acecho, una especie de juego del escondite. Yo decidí rodear el campamento a través del bosque, así que me fui colina abajo y cuando estaba llegando al camino vi unas luces. Pensé que sería alguno de mis compañeros así que me escondí detrás de unos árboles con la idea de darles un susto, pero el asustado fui yo. No me preguntes qué era aquello. Eran siete personas en dos filas de tres y con uno de ellos delante, entre las dos filas. Todos vestían igual, una especie de túnicas terminadas en unos capuchones, como los de Semana Santa. El de delante llevaba una gran cruz que parecía hecha con dos maderas planas. Y los dos que le seguían, uno en cada fila, llevaban una gran vela cada uno. Los otros cuatro no llevaban nada. Me quedé allí, como paralizado, hasta que cruzaron frente a mí y se perdieron tras los árboles. Luego volví corriendo al campamento pero no conté nada a nadie; me tomarían por loco.

Según la tradición popular, Bruno habría tenido mucha suerte, ya que el fundamento del mito es el de que La Santa Compaña está compuesta por un grupo de difuntos precedidos por un vivo condenado a salir todas las noches a los caminos, comandando la fúnebre peregrinación, portando la cruz o un cubo de agua bendita, hasta encontrarse con otro vivo a quien traspasar la condena y así quedar libre. De no hacerlo así, en un determinado tiempo iría enfermando y palideciendo gradualmente hasta morir.

Dicen los lugareños que no todos los mortales tienen la facultad de ver con los ojos a La Compaña. Según la tradición, tan sólo ciertos dotados poseen la facultad de verla: los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, ya de adultos, la facultad de ver la aparición. Otros, no menos creyentes en la leyenda, habrán de conformarse con sentirla, intuirla. Y es que habría una serie de indicios de la proximidad de la aparición como podría ser el olor a velas surgiendo de repente, o el espanto de determinados animales: perros, gatos, caballos, que según la leyenda pueden ver esos fantasmas por algún tipo de sensibilidad especial.

El buen creyente habrá de dejarse guiar por esa intuición y tomar igualmente las medidas oportunas. En las afueras de La Coruña, existe el caso de Fernando A. Hermida: Iba con mis hermanos a ver una carrera de motos cerca de Santa Cristina. Debían ser las ocho, pero como era invierno ya había anochecido. De repente, escuchamos que los perros de una finca cercana comenzaron a ladrar como locos y un fortísimo olor a cera quemada nos rodeó. No es que yo crea en esas cosas pero, por si las moscas tracé un círculo en el suelo a nuestro alrededor, hicimos la higa con las manos y gracias a Dios no pasó nada.

En la localidad pontevedresa de Marín, existe otro caso, el de Charo Santiago: Yo regresaba a casa después del trabajo. Aquella noche había salido un poco más tarde porque teníamos tarea atrasada. Salí de la carretera principal de Marín por el atajo que tomaba siempre que tenía prisa. Entonces los vi. Eran unos diez. Vestían todos de blanco y algunos llevaban luces, velas o candiles. Estaban parados delante de la casa de Maricarmen, una vecina que conozco hacía años. Yo me asusté mucho y eché a correr hasta llegar a casa. No lo comenté con nadie hasta que dos días después esta vecina moría de repente, de no sé qué enfermedad rara.

En los montes orensanos se han visto en numerosas ocasiones "A procesión das Ánimas", La procesión de las ánimas, denominación lugareña de La Compaña.

Javier Alonso Rebollo comenta que en sí mismo este mito reúne las características clásicas de los populares fantasmas, a pesar de verse influido por otros aspectos del folklore gallego. Uno de los mayores legados que el neolítico dejó en esta región es el de la vida más allá de la muerte, y las diversas corrientes culturales y heréticas que llegaron a Galicia trajeron la creencia en que eran posibles las comunicaciones con ese más allá. Esto podría entroncar con determinadas creencias espiritistas. Pero además La Santa Compaña presenta un aspecto precognitivo al anunciar la muerte del visitado por esta comitiva, y también aspectos relativos al desdoblamiento astral, ya que el vivo que ha de presidir la peregrinación no podrá esconderse en ningún lugar ni huir. Según el mito, cada noche, inevitablemente, y mientras no traspase la cruz a otro vivo, saldrá de su cuerpo cuando esté dormido y aparecerá nuevamente al frente de la procesión de difuntos.

Sea como fuere, miles de personas en toda Galicia aseguran haberla visto. Cientos de testigos afirman haberse topado en las oscuras corredoiras gallegas con una fantasmal procesión compuesta de pálidos espectros vestidos de blanco, mensajeros de la muerte y del miedo. Y aunque un amplio sector de la población dude de su existencia... “haberla hayla”.


El Caso De Sofía Pérez

En el municipio pontevedrés de Budiño existe uno de los casos más típicos y arquetípicos de aparición de la Santa Compaña. Sofía R.Pérez es un ama de casa de 42 años, madre de cuatro hijos, conocida y respetada por todos los vecinos del pueblo. A pesar del tiempo transcurrido desde su experiencia, Sofía la recuerda perfectamente.

Yo tenía ocho años comenta cuando ocurrió. Mi madre y yo habíamos salido para visitar a una amiga y bajábamos por el camino de detrás de la casa, cerca del cementerio.

No era muy tarde, pero como era invierno ya era de noche. Fue justo al llegar al cruce. Yo oí un ruido de pasos muy grande, como si se acercase mucha gente. Le pregunté a mamá si lo oía y dijo que sí. Entonces vimos que bajaba por la carretera una procesión, como de un entierro. Eran muchos, no sé el número, pero todos vestían igual. Llevaban una especie de túnicas negras que les cubrían todo el cuerpo, con una capucha también negra. Pasaron muy cerca de nosotros.

Nos quedamos paralizadas. Yo era muy pequeña y no entendía muy bien qué era aquello, pero mi madre estaba aterrorizada, me apretaba muy fuerte contra ella, diciéndome que no hiciera ruido. Y cuál fue nuestra sorpresa que al final de la fila de La Compaña, vimos a una mujer; ¡A una vecina nuestra!

Era la Tía Preciosa, una vecina que vivía unas casas más arriba de la nuestra. Yo la reconocí por su forma de andar, porque tenía un defecto en las piernas y luego la vimos muy claramente. Llevaba como un palo en la mano y una especie de piedra como un mármol, pero muy, muy brillante. Pasó a nuestro lado en silencio como un ánima. Y se fue detrás de la Santa Compaña.

No nos dio tiempo de preguntarle qué hacía allí. Cuatro días después de pasar esto, a tía Preciosa moría. Estaba en la cocina y un rayo entró por la chimenea y la mató. Yo creo que aquello fue un aviso, todos avisamos antes de morir.


Todos los nombres para un fenómeno:

Procesión de las ánimas: Aplicado especialmente en el sur de Galicia, sobre todo en Orense.

Santa Compaña: Aplicado mayoritariamente en Galicia Norte.

Hoste o Hueste: Aplicado en algunos lugares al formar la comitiva una especie de hueste o mesnada.

Hostilla: del latín enemigo, aunque probablemente contaminada en la evolución de la tradición de las ánimas.

Estatinga o estadinga: considerada una derivación de hostia antiga o Nemigo antigo.

Estadea: derivación probable de estadal, la vela usada para iluminar a los difuntos.

Antaruxada: uno de los nombres menos frecuentes.

Pantalla: En opinión de Vicente Risco, fusión de los términos Pantasma y Espantallo.

Visión: En este caso sinónimo de aparición.

Visita: En clara referencia a la intencionalidad de la aparición. Respecto a esa intencionalidad del fenómeno existen numerosas versiones, aunque las más compartidas por los testigos sedan las siguientes:

Para pedir misas por su salvación a los familiares vivos, para reprochar a los vivos pecados o faltas cometidas, para reclamar el alma de un pecador que morirá tiempo después de la aparición, para cumplir una pena infringida por alguna autoridad del más allá a fallecidos en pecado.


Fórmulas De Protección

La cultura rural expone también una serie de estrategias para librarse de la condena en caso de toparnos frente a frente con La Santa Compaña. Existen varias fórmulas de protección, aunque las más populares serían:

Acompañarse de un gato negro y, en caso de toparse con la macabra procesión, arrojárselo y huir. Sabido es el rico simbolismo mágico del gato en todas las culturas.

Trazar el Círculo de Salomón rápidamente en el suelo e introducirse dentro, no abandonándolo hasta que La Compaña haya desaparecido.

Determinados gestos mágicos como la figa o higa o los cuernos.