02 diciembre 2011

MANCHAS NEGRAS


Aquí va un impresionante testimonio del exorcista Gabriele Amorth:

Un marido, su mujer y un sobrino regentan un supermercado con la ayuda de dos empleados. Poco después de haber abierto la tienda, todos sufren un persistente dolor de cabeza, acompañado de unas manchas negras en los brazos, en cuanto pisan el local.
Las manchas se ponen rojas, empiezan a dolerles mucho y se extienden al cuello y los brazos, por todo el cuerpo. Uno tras otro los aparatos se estropean: el frigorífico, las cámaras del mostrador, la caja registradora... Manos invisibles cambian de lugar los productos. La puerta de entrada se atasca, o se abre sola. Siempre hay algo que no funciona, pero cuando llega el técnico va bien; una vez se ha ido reaparecen las averías.

Cuando me llamaron prometí que iría a bendecir el local, aunque les pedí que antes se confesaran y se comprometieran a seguir un camino de fe. Después exorcicé la tienda y a todo el personal para romper cualquier hechizo o maleficio que pudiera haber. Mientras rezaba coloqué unos vasos con agua bendita y sal en varios puntos del establecimiento. Al día siguiente, la sal de cinco vasos se había derramado hasta el suelo; en cambio, en los otros tres no ocurrió nada.

Según observaron los cinco protagonistas, la mujer del piso de arriba, que había intentado impedir por todos los medios la apertura de la tienda, entraba y salía sin comprar nada. Siempre se detenía ante el lugar donde estaban ocultos los vasos de los que se derramaba la sal, como si esperase descubrir algo. Habíamos esparcido sal exorcizada por todas partes y habíamos rezado mucho, repitiendo las renuncias a Satanás, las oraciones contra los maleficios y la renovación de los votos bautismales. Colocamos bien a la vista una imagen de Jesús Misericordioso y el personal adquirió el hábito de rezar una oración todas las mañanas, antes de empezar a trabajar.

Una vez, al entrar en la tienda, a mí también me salió una mancha en el brazo; primero era negra y después, roja, muy dolorosa. Me apliqué óleo exorcizado en el brazo y se me curó enseguida.
Después de cuatro exorcismos (y muchas oraciones) acabaron todos los fenómenos y trastornos, la extraña mujer no volvió a aparecer y ahora en el supermercado trabajan en paz.

Tomado de: AMORTH, Gabriele y Marco TOSATTI (2010): Memorias de un exorcista. mi lucha contra Satanás, [trad. Helena Aguilà Ruzola], Barcelona: Indicios.







Puedes escuchar la dramatización de la película "El exorcista" realizada por Radio Naconal de España aquí: