17 diciembre 2010

ATROPELLADA...

Se transcribe el relato tal cual se encuentra en la grabación en formato digital de MP3 con 2' 47'' de duración, grabado el 5 de junio de 2010 por la señora Refugio Covarrubias de la Cruz, en entrevista con el autor. (R: Refugio; C: Chayito; A: Autor).

R. Haz de cuenta que fue qué un un 14, 16 de de de mayo, nom nom no me acuerdo bien qué fue. Pero estos iban a deja a una amiga de mi prima. Que allá por la Narro. Iba en la camione, el carro mi primo, que mi primo le dicen el Chino, él lleva el carro, ps ya ves cómo es. “Pero estos pa’ qué se andan yendo. No, pos vamos a ir a dejar sabe qué”.

Entons, cuando ellos iban, que venía una señora, una muchacha de esas que hacen las paradas en las... y que ve este, porque maneja bien loco, y que iba bien recio. Y luego que dice mi primo: “Y, nombre te lo...” dijo: “La vida de ellos o la de nosotros ¿Me la llevé? Me la llevé, pero yo si enfreno me volteo.” Y que le da.

Dónde voltean estos a pa’ ver a la señora cuál y era la Muerte. Dice la Güera y mi familia, era hace, te estoy hablando de hace ahorita nueve años, qué pasó eso. Porque fue los Quinceaños en el cor... no, ¿cómo?

C. En el cortijo.

R. En el cortijo fueron, ¿o qué? ¿qué otro hay allá?

C. Sí, es el cortijo. inaudible... que está más pa’llá.

R. Sí. Por esa carretera pasó. Pero ellas la vieron. Y cuando voltearon, se llevaron a la señora de frente, pero era la Muerte. Cuando vu, mi prima vio, dice Güera: “Ay, nombre, yo hasta me había arrepentido, voltié y, dijo, ah le vimos la calavera. Pero clarito vimos de que era la muerte”. Y la vio, porque iban en el carro una señora que se llama Juan, muchacha Juanita, otra se llama Zenaida, mi prima, el esposa, el esposo de mi prima y todos vieron, ps si todos iban hechos, y que “son ellos o yo”. Y cuál, pos ni ellas ni yo porque era la Muerte.

Y que desde entonces les dio mucho miedo. Y ya de allá para acá ps ya venían calmaditos pero, pues ya les había pasado. Y di, y luego les da mucha risa, porque yo “si este nos ha contado, ves que nos cuenta muchas de vaqueros, no hubiéramos creído”, el primo de nosotros. Pero era la Muerte la que vieron ellos. Se sube, sale, que sale de aquí de, verdad, del de los semáforos que están aquí en Yeverino, ‘on ‘taba antes la ferretera. Que sube y baja, la Muerte.

A. ¿Y la otra esta que me dijo del...?

R. A la otra aquí del kinder, del “Tomás Sánchez”.

A. Ahá.

R. Que venían y que se atravesó la señora por la calle, una viejita, se vio una viejita. Y que mi cuñado vio y que iba a enfrenar y que dio y que: “¡Ay!” Y que voltiaron, y que una señora que traía un ramo de flores. Y le pasó el camión y ella siguió caminando con su ramo de flores. Y dicen que vino y le dejó una flor aquí a una prima de nosotros y otras que anduvo dejando en el Landín.

A. Órale...

R. Eso cuentan. Pero ps que sí lo vivió mi cuñado, venían de una fiesta, estaban chiquillos los muchachos. Y todos lo vieron, menos mi hija, Dice: “Yo no vi nada”, dice: “bueno, yo no vi nada”. Todos la vieron, mi cuñado, ah, y tía ah que se tapó los ojos mi hermana, los otros, pero mi hija no lo vio, pero ellas sí la vieron. Todos la vieron. Ella fue la única que no lo vio.

Puedes escuchar la grabación original en el podcast sobrenatoral aquí:

http://sobrenatoral.podomatic.com/entry/2010-12-19T15_18_15-08_00





03 diciembre 2010

LA VIAJERA DEL MÁS ALLÁ


Se transcribe el relato tal cual se encuentra en la grabación en formato digital de MP3 con 1' 56'' de duración, grabado el 25 de abril de 2010 por Francisco David Palos Pizarro y Aarón Valdés Rodríguez, en entrevista con el autor. (F: Francisco; Aa: Aarón; A: Autor).

F. Bueno, mi mamá es, era amiga, ya falleció el señor, era amiga del chofer del uno de los “Autobuses Coahuilenses” que era el “Transporte Monclova-Lamadrid”. Resulta que, al dejar a algunos pasajeros ahí en Sacramento, él nota que ya queda poca gente en el camión.

Cuando pasa el panteón de Sacramento, que es donde se dice que ahí es donde se sube la muchacha, él nota que en el asiento que está atrás del chofer va una, una mujer, siempre con la cabeza agachada. Y él se extraña de, de de por qué va una mujer ahí, si, preguntó que en qué momento se había subido y no se había, y no se había acordado.

Cuando llegan a su destino final, que era Lamadrid Coahuila, ahí bajan todos y la muchacha no se mueve. Cuando él se levanta para avisarle que ya terminó el recorrido, la muchacha se levanta, sola ella, y al bajar del autobús voltea y en lugar de tener los ojos, solamente tiene, las cavidades, o sea, eh, los pozos en lugar de... Y este este señor sí quedó bastante traumado, de hecho decían que estaba loco después. Renunció y ya nunca trabajó. Pero ya falleció el señor.

A. Lo que decías que ya no pasan, entonces...

Aa. Ah, desde entonces, el autobús, “Autobuses Coahuilenses”, han cerrado las rutas o las salidas de Lamadrid a a Monclova porque los mismos choferes han experimentado esta aparición de esta mujer. Que, ya sea si uno va para rumbo a Cuatrociénegas, ella se sube en Sacramento, a orillas del panteón, y baja en Lamadrid. Igual, cuando es el retorno, en Lamadrid sube y el destino es Sacramento. Solamente es en ese trayecto donde la gente narra.

Pero, el temor de los choferes obligó a que la empresa cerrara esta ruta, de, ya después de, de tal, después de las ocho de la noche.



El audio original puedes escucharlo aquí:
http://sobrenatoral.podomatic.com/entry/2010-12-23T11_17_37-08_00












26 noviembre 2010

LOS PERROS


Con respecto al perro, en todas las culturas es un símbolo ambivalente. Aunque su figura está referida a la lealtad y a la seguridad, el perro está vinculado también a la muerte, al inframundo y a las fuerzas invisibles que rigen la tierra o la luna (Gheerbrant 2000:816). La noción del perro como psicopompo es casi universal. Para los antiguos mexicanos un techichi guiaba las almas por el inframundo, por ejemplo. Pero el perro es también una especie de intermediario entre este mundo y el otro.



Además, existe la creencia que el perro posee la facultad de ver a los espíritus de los ya fallecidos, incluso la muerte misma (Trejo 2009:176). También se ha extendido la creencia de que los perros aúllan por la noche en los lugares donde alguien morirá pronto o que algún hechicero o bruja anda cerca. También se cuenta que quien se ponga chinguiñas o lagañas de perro en los ojos, podrá ver a los muertos Rodolfo Cordero (2005:72-73) cuenta que



[...] Severo, a quien siempre lo veían montado en su burro [...] sabía que cuando aúllan los perros en la noche, es porque ven a la muerte. Llamó al “Capulín”, un perrito negro muy bravo que se le acercó moviendo la cola, saltando y lamiéndolo. ‘A ver tú, Capulín, tú que sí puedes ver a la muerte, préstame tus chinguinas para que yo también pueda verla’, y luego lueguito que abraza al perro y le quita las chinguinas y se las embarra en los ojos [...] “No me lo van a creer, pero como a eso de las once y media de la noche, que mi tío empieza a ver visiones. Se restregaba los ojos y gritaba: ‘¡No!, ¡no puede ser! ¡Ah!, qué jijos de la...’ Uno a uno, sus parientes muertos y sus amigos entraban al cuarto, comían de los golletes y bebían los vasos de agua de la mesa y salían alumbrándose con las astillas de ocote ardiendo y echando mucho humo. “Contaba después mi tía: Al condenado de tu tío Severo se le quitó la borrachera, se bajo del cincolote y salió corriendo al pilancón para lavarse la cara y quitarse las chinguinas. Gritaba: ‘¡Quítamelas, Tomasa!’ Por fin salió en su burro a confesarse.



Además se cuentan innumerables historias de enormes perros negros que se aparecen por las noches, con ojos rojos y gruñendo de forma aterradora. Estos perros, verdaderos perros del mal, pueden ser los nahuales o el mismo diablo (Trejo 2009:176).


06 noviembre 2010

EL SOLDADO


En el noreste de Saltillo existieron, desde tiempos de la fundación de la ciudad, a finales del siglo XVI, campos de cultivo e incipientes fábricas gracias a la abundancia de agua en esa zona del actual municipio. Juan Navarro construyó ahí uno de los primeros acueductos de la ciudad, donde se originó la expresión de las “aguas navarreñas”.

En esta parte de la ciudad, en lo que ahora es la colonia Libertad, se construyó hacia 1891 la fábrica textil “La Libertad” y a su alrededor se construyeron las casas de los trabajadores, lo que es típico del desarrollo industrial del siglo XIX.

Los habitantes de esta colonia, otrora ejido, platican que en épocas de la revolución el edificio de la fábrica se empleó como cuartel militar. Luego la fábrica cerró y la maquinaria se sepultó bajo el edificio y se echó cemento. El agua dejó de fluir en abundancia conforme avanzó la urbanización y se perforaron pozos para abastecer la creciente ciudad. El acueducto, que concluía en la fábrica, quedo seco, testigo mudo del paso del tiempo en la ciudad.

En la década de los 80s el edificio se destinó, en una parte, a la Casa Hogar de los Pequeños y el otro lado a una casa de retiros para matrimonios que luego se convirtió en seminario, de 1989 al 2009, estuvo ahí el Curso Introductorio del seminario.

Esas 20 generaciones de seminaristas que pasaron por ahí, la gente que trabajó en el lugar y que aún vive en el lugar, narran la presencia de un hombre al que han denominado “el soldado”, porque quienes lo han visto afirman que viste como militar y otros más dicen haber oído ruido de botas que marchan, como los soldados.

Don Enrique Vásquez, que fue trabajador de la fábrica, comisariado ejidal de “La Libertad”, y trabajó en el seminario hasta su muerte, contaba un sin fin de historias relacionadas con “el soldado”. Una de las más impresionantes es la de un cerrajero que fue un fin de semana a arreglar las chapas de unas puertas, mientras los seminaristas no se encontraban ahí.

El cerrajero necesitaba unas pinzas, que no llevaba, y don Enrique se ofreció a prestarle unas que tenía en su casa. La casa de don Enrique se encontraba a un lado del edificio del seminario. No tardó ni cinco minutos y al volver se encontró con el cerrajero en la puerta. Al preguntarle qué hacía ahí, si ya había terminado, el cerrajero le dijo que lo habían asustado ahí dentro.

Hubo quienes afirmaban que las cortinas de las habitaciones se movían solas, sin corrientes de aire que las agitaran. A otros los molestaban al dormir, se les sentaban en las camas, los tocaban y hasta rasguñaban, a otros les movían las cosas de su lugar, les apagaban las luces... en fin.

En una ocasión, dos compañeros que vivían en el mismo cuarto, oyeron una noche pasos en el corredor de las habitaciones. Pensaron, que era otro compañero que acostumbraba salir de su cuarto a la cocina y pensaron asustarlo. Lentamente, uno de ellos abrió la puerta mientras el otro se asomaba por la ventanilla del baño. ¡Cuál fue su sorpresa al percatarse que el pasillo estaba vacío!

Las historias de este edificio no paran ahí. Uno de los padres que estuvo laborando ahí cuenta que uno de sus hermanos fue con él a pinar y arreglar su habitación y llevaba a su hijo pequeño. Mientras los adultos trabajaban, el niño jugaba, corría, iba y venía por todo el edificio. En un momento, el niño empezó a llorar. Su papá, pensó que se había caído o golpeado con algo. Allá fue a verlo y al preguntarle qué pasaba, el niño respondió que porque el otro niño no quería jugar con él... pero en el edificio no había nadie. Varios seminaristas comentaron que llegaron a ver pequeñas manitas de niños marcadas en las toallas de los baños.

Muchos testimonios hay de haber visto personas extrañas que desaparecían de pronto, sombras que cruzaban los pasillos, patios o en la huerta. Don Enrique llegó a comentar que hubo quienes veían también a una mujer de blanco que caminaba a lo largo del acueducto.

El lugar sigue ahí, invitando a ser recorrido. Quién sabe y con qué puedas encontrarte tú.

Puedes escuchar el audio de esta historia en el podcast, en el siguiente enlace:

03 noviembre 2010

EL GALLO DE LA MUERTE


En las montañas de Cantabria existe una sorprende creencia acerca del gallo de la muerte. Esto es lo que recoge Manuel Llano sobre el Gallo de la Muerte:

“Es negro el Gallo de la Muerte. Tiene la cresta blanca con pintas azules y encarnadas… Su canto es quejumbroso como un alarido. La persona que tenga la desgracia de oír el canto del maléfico gallo, morirá al día siguiente, al ocultarse los luceros.

Una vez cada cien años los milanos ponen un huevo colorado en un nido que hacen en los escajos. Del huevo de los milanos sale una pájara, la mitad negra y la mitad blanca, más grande que las gallinas. La pájara vive cincuenta años justos y cabales. Al morirse, de sus carnes podridas nace un gusano verde que poco a poco va convirtiéndose en gallo negro. Este es el Gallo de la Muerte”.

La única cura que hay contra el Gallo de la Muerte, según recoge Manuel Llano, es cocer en agua de romero unas hierbas que solo crecen cerca de los manzanos silvestres cuando empieza la primavera y que tienen la flor azul y la raíz negra y hacen beber la infusión al toque de oraciones a quien haya oído cantar al maléfico gallo. Hay que buscarlas en el día de todos los santos, poco antes del anochecer. Lo malo del asunto, es que, al parecer, nadie ha visto hasta ahora dichas hierbas.
Seres míticos y personajes fantásticos españoles. Escrito por Manuel Martín Sánchez

01 noviembre 2010

EL CASO DE JOSÉ PANCHO CAMPO


Un día de lluvia de 1948, José Pancho Campo, cabrero y agricultor de profesión, vecino del pueblo extremeño de Garganta la Olla (Cáceres), considerado como un hombre alto, fuerte y vigoroso, se encontraba en una casa de la finca “La Casilla”, cuando llamaron a la puerta. Al abrir, vio que era un grupo de mujeres que decían “¡Qué frío, qué frío!”, y le pidieron permiso para entrar a calentarse en la cabaña. Pancho pensó que se habían extraviado y las invitó a entrar. Vio que una de las mujeres, la cual en ningún momento abrió la boca, vestía totalmente de negro con una falda muy larga que hacía que pareciese una monja. Se dirigió a ella y le aconsejó que se acercara a la lumbre para calentarse. Cuando se aproximó al fuego, Pancho atizó la candela y el resplandor le permitió verle las piernas: no tenía pies sino pezuñas…

Al darse cuenta de lo que había visto, el campesino dio un alarido y gritó “¡Jesús!”. En ese momento, contaba él, la supuesta y extraña mujer-monja salió de la choza a toda prisa. José Pancho regresó al pueblo, contó lo sucedido y desde entonces se colgó varias cruces del cuello. El encuentro con esta presunta lamia debió ocurrirle cuando contaba unos 58 años de edad.

Desde aquel fatídico día José Pancho Campo cayó enfermo, y postrado en la cama cubierto por unas cuantas cruces deliraba sobre aquel suceso;-Él ha venido a por mí, el demonio se me ha aparecido, quería llevarme con él-. El temor no parecía achicarse, sino aumentar su presencia en la mente de José Pancho hasta el punto de que se dice que murió por el mismo miedo en presencia del Párroco del lugar y el médico que había llegado tarde para tratarle.

A pesar de todo, se sabe que murió 14 años después del incidente, en 1962, de una enfermedad pulmonar. La tumba de José Pancho Campo aún hoy se puede observar yendo a Garganta la Olla. Una tumba no solamente para recordar la pérdida de José Pancho Campo, sino también para recordarnos que hay cosas en esta vida que aún no entendemos ni conocemos, y que tan solo podremos empezar a entender...si aprendemos a escuchar.

Esta historia está perfectamente documentada por Juan José Benítez cuando visitó garganta la Olla en 1982 para escribir su libro La punta del iceberg donde conoció al sobrino de José Pancho y le narró el suceso.

La dramatización de este caso puede escucharse aquí:

25 octubre 2010

JACK-O’-LANTERN


Es un viejo cuento popular irlandés que narra la historia de Jack, un perezoso y astuto granjero que atrapó al Diablo. Jack engañó al Diablo haciéndole subir a un manzano, y luego puso rápidamente cruces alrededor y talló una cruz en el tronco, para que el Diablo no pudiera bajar.

Otra versión dice que Jack estaba siendo perseguido por algunos aldeanos a quienes había robado cuando se encontró con el Diablo, quién le dijo que había llegado el momento de su muerte. Sin embargo, el ladrón retrasó su suerte tentando al Diablo a castigar a los aldeanos que lo perseguían alegando que eran fieles a Dios. Jack le dijo al Diablo que se convirtiera en una moneda con la cual pagaría por los bienes robados; luego, cuando la moneda/Diablo desapareciera misteriosamente, los aldeanos pelearían entre sí para averiguar quién se la ha robado. El Diablo accedió a la propuesta: se convirtió en una moneda de plata y saltó al saco que Jack llevaba, solo para encontrarse junto a una cruz que el ladrón había también robado en la aldea. Jack cerró bien el bolso y la cruz privó al Diablo de sus poderes; y así lo atrapó.

Jack solo deja ir al Diablo cuando éste accede a jamás llevarse su alma. Luego de un tiempo Jack muere, como cualquier otro ser viviente. Por supuesto, su vida había sido demasiado pecaminosa como para poder entrar al Cielo; no obstante, el Diablo había prometido no llevarse su alma, y así quedó también fuera del infierno. Ahora Jack no tenía adonde ir. Se preguntó cómo podría ver a donde iba, ya que no tenía luz alguna, y el Diablo le arrojó, a modo de burla, una brasa que nunca dejaría de arder con el fuego del infierno. Jack ahuecó un nabo, puso la brasa en su interior y comenzó a vagar eternamente y sin rumbo por todo el mundo para encontrar un lugar donde finalmente descansar. Entonces pasó a ser conocido como Jack of the Lantern o Jack-o’-Lantern.

Más allá de lo pintoresco de estas leyendas, el término jack-o’-lantern se refirió originalmente a un vigilante nocturno, hombre con farol o “sereno”, siendo conocido su uso a partir de mediados del siglo XVIII; y más tarde se aplicó al fenómeno de los fuegos fatuos (will-o’-the-wisp en inglés). En Labrador y Terranova, Canadá, tanto los nombres “Jacky Lantern” y “Jack the Lantern” se refieren a los fuegos fatuos en vez de a la calabaza tallada de Halloween.


Más sobre el origen de Halloween aquí:

24 octubre 2010

DESTINOS DE MIEDO

Tomado de Estilohoy.com

SALEM, ESTADOS UNIDOS

Salem se ubica en el estado de Massachusetts y es famosa por los sucesos ocurridos a fines del siglo XVII, cuando 25 mujeres fueron condenadas a muerte por el delito de brujería y otras 200 fueron encarceladas por lo mismo.

Debido a esto, el lugar adquirió fama de “ciudad embrujada” y aprovecha este espíritu siniestro para celebrar por todo un mes (1 octubre al 1 noviembre) con diversos bailes, concursos y festivales enfocados en las hechiceras y atraer así a turistas de todo el mundo.

Entre los símbolos de brujas que el visitante puede encontrar están principalmente las brujas que representadas en logotipos, dibujos o afiches, que adornan la ciudad en cada uno de sus rincones.

Es imposible encontrar un automóvil sin una imagen de bruja en su interior o exterior. Ya sea una muñeca colgando en el espejo del auto o una figura pintada sobre la carrocería, estas mujeres siempre acompañan a los conductores de Salem, recordando la mítica cacería de brujas de antaño.

Si quieres tener más información sobre estos eventos no dejes de visitar: http://www.festivalofthedead.com/


TRANSILVANIA, RUMANIA

Si quieres un Halloween de miedo es imposible dejar fuera Rumania, la tierra que dio vida a Drácula de Bram Stoker.

En esta ciudad se organizan muchos tours “vampíricos” para que los visitantes realicen diversos circuitos nocturnos en los castillos donde se cree hay actividad paranormal, incluso se incluye el castillo donde estuvo preso el príncipe de Valaquia que inspiró al personaje del Conde Drácula.

Infaltable en los tour es el castillo donde el escritor inglés ambientó su novela: el Castillo de Bran. Construido en 1378 sobre la cumbre de una roca, el Castillo de Bran fue torre de defensa y era allí, desde donde se controlaba el comercio entre la provincia de Valachie y Transilvania; fue punto de aduana y residencia real; hoy en día es el museo de historia y arte feudal

También podrás visitar la ciudad de Siguisoara, cuna de Drácula y considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, donde también se celebran varios actos para festejar las fechas.



SAVANNAH, GEORGIA, EU

Savannah está en la costa sureste de EU y es una ciudad histórica por los sucesos que se produjeron en la Guerra Civil de 1800. Durante esa época, el lugar fue un punto estratégico para la confluencia de sanguinarios piratas y el intercambio de esclavos. La leyenda cuenta que en este lugar vagan las almas perdidas de los prisioneros, lo que le da el nombre de la ciudad de los fantasmas.

¿Qué mejor fecha para contactarlos que en el Halloween? Si te atreves, puedes realizar un tour nocturno llamado “Ghosts and Gravestones”, que consiste en un recorrido en autobús entre los cementerios y los lugares más tenebrosos donde, dicen, penan las almas que no han encontrado el descanso eterno. Compruébalo tu mismo.


MARY KING, EDIMBURGO, ESCOCIA

La historia señala que en el año 1766 Edimburgo sufrió duramente una epidemia de peste y pobreza, por lo que miles de personas se contagiaron y murieron.

Ante esto, los vecinos tapiaron el callejón de Mary King para impedir la salida de los enfermos. Hoy este lugar está repleto de historias fantasmales que tienen como protagonistas almas sepultadas y torturadas, que continúan merodeando.

El mejor tour permite descender bajo tierra y visitar el submundo en el Mary King’s Close. Se te pondrán los pelos de punta con la historias de fantasmas de hace más de 300 años. ¡Otro imperdible para la noche de Halloween!

WHITECHAPEL, LONDRES

En esta ciudad londinense cometió sus asesinatos uno de los hombres más inescrupulosos de todos los tiempos Jack el Destripador.

Quienes recorren las calles aseguran que aún se siente en ellas una atmósfera de tensión. Si te gusta lo siniestro, entonces no dejes pasar una actividad en el día de Hallowen llamada “La Ruta de Jack el Destripador”, recorriendo los lugares donde Jack cometió sus brutales asesinatos. También se puede visitar el pub The Ten Bells, un bar de época victoriana al que acudían algunas de las víctimas.

ESCOCIA, SLEEPY HOLLOW

En Escocia, existe una leyenda hace muchos años respecto a un ser mitológico irlandés: el dullahan. Se trata de una de las criaturas más espectaculares y siniestras del mundo y, según se dice, habita en los condados de Sligo y Down.

Actualmente son muchas las fiestas que los recuerdan a medianoche, cuando aparece un jinete salvaje vestido de negro, montando un caballo oscuro y resoplando por el campo.

Los dullahans son seres que andan por el mundo sin cabeza. Sí. Así como lees. Normalmente la llevan en la silla del caballo, frente a ellos o en alto en la mano derecha.

¿Te parece una historia familiar? Claro, Tim Burton dirigió “La Leyenda del jinete sin cabeza" basada en esta historia.

El ser tiene una sonrisa que divide la cara de oreja a oreja y separa los ojos. La cabeza entera brilla por la fosforescencia de la materia en descomposición y la criatura puede utilizarla como una linterna para guiar su camino a lo largo de callejuelas oscuras de la campiña irlandesa. Siempre que se detiene el dullahan, un mortal muere.

El dullahan posee una vista que a los mortales nos resulta sobrenatural. A modo de celebración levanta su cabeza cortada en alto y así puede observar a grandes distancias en el campo, incluso en la noche más oscura. A los que llegan a mirarlo desde las ventanas reciben un golpe en el ojo y les empieza a gotear sangre de una de las cuencas.

El dullahan está tirado por seis caballos negros y viaja tan rápido que la fricción creada por su movimiento a menudo prende fuego a la maleza a lo largo de los lados de la carretera.

Halloween es una fecha propicia para que viajes a esas tierras y te internes en los bosques…cuando sientas el venir de un caballo…pon mucha, pero mucha atención.

HOTEL STANLEY, COLORADO, EU

Si te gustó la película “El Resplandor” de Stanley Kubrick tienes que saber que ese maravilloso guión nació de la mente de uno de los autores más “oscuros” de la historia de la literatura: Stephen King.

Precisamente fue en el hotel Stanley donde King comenzó a escribir esta novela. Un hotel en donde pasan cosas extrañas y donde la vista da a las Montañas Rocallosas.

Como el ambiente fantasmal ronda en cada pasillo la administración del lugar un "Tour fantasma" por su túnel subterráneo, los sitios encantados y por las distintas habitaciones, en especial la 237 donde se alojó el escritor.

14 octubre 2010

LAS REJAS DE HIERRO DE LOS CEMENTERIOS


Las diversas mitologías del mundo han considerado al hierro como un poderoso protector contra espíritus negativos, duendes, genios y otras criaturas. Y es que el hierro es la protección más efectiva contra los espíritus dado a que es es metal más poderoso que brota de las entrañas de la Tierra.

En las serranías de Escocia, la gran salvaguardia contra la raza de los elfos es el hierro y mejor aún el acero; el metal en cualquier forma, una espada, cuchillo, escopeta o lo que sea, es poderoso para este propósito. Siempre que se entra en una casa de duendes, hay que clavar en la puerta un trozo de acero, tal como una navaja, una aguja o un anzuelo; así los duendes no podrán cerrar la puerta hasta que uno no se marche. Así, también, cuando se caza a un ciervo y se va a llevar a casa de noche, hay que clavar una navaja en la pieza cazada, a fin de impedir que los duendes añadan su propio peso al cadáver. Los clavos en la cabecera de la cama defienden de los duendes a las mujeres parturientas y a sus criaturas, mas para asegurarse mejor del todo, se debe poner una plancha bajo la cama y la hoz en la ventana. Si un toro se cae desde una roca y se mata, se le mete un clavo, preservando así su carne de los duendes.

La música interpretada con un arpa de boca o birimbao, mantiene alejados del cazador a los duendes femeninos, a causa de la lengüeta de acero del instrumento.

En Marruecos se considera al hierro como una gran protección contra los demonios y por eso es corriente dejar un cuchillo o daga bajo la almohada de la persona enferma.

Los cingaleses creen que están siempre rodeados de malos espíritus acechantes para hacer algún daño. Un indígena de allí no se arriesgará a trasladar de un sitio a otro suculencias tales como panes o carne asada sin ponerles un clavo de hierro para prevenir que algún demonio tome posesión de las viandas y enferme al que las coma. Ninguna persona enferma, sea hombre o mujer, se aventurará fuera de casa sin un puñado de llaves o una navaja en su mano, pues sin tal amuleto tendría miedo de que algún demonio se aprovechase de su débil estado para deslizarse dentro de su cuerpo. Y si un hombre tiene alguna úlcera grande en el cuerpo, coloca un pedazo de hierro sobre ella como protección contra los demonios.

En la Costa de los Esclavos, cuando una madre observa que su hijo ya gradualmente debilitándose, deduce que un demonio ha entrado en su cuerpecito y, en vida de esto, toma sus medidas; para atraer al demonio fuera del cuerpo del niño, le hace una ofrenda de comida y mientras el demonio está tragándola, ata anillos de hierro y campanillas a los tobillos de su criatura y cuelga cadenillas de hierro alrededor de su cuello. El sonido de los hierros y el tintineo de las campanillas se supone que impiden que el diablo vuelva al cuerpo del pequeño paciente. Por ello se puede ver en esta parte de África a muchos niños abrumados con ornamentos de hierro.

En China se pensaba que los dragones temían al hierro. Cuando hacía falta lluvia, se arrojaban trozos del metal en los "estanques de los dragones", para molestar a las criaturas y enviarlas al cielo en forma de nubes de lluvia.

Los romanos incrustaban clavos en las paredes de sus casas para conservar la salud, en especial durante las épocas de plagas. Igualmente creían que trazando un círculo en el suelo con un objeto férreo se preservaba de influjos funestos a quien se encontraba en su interior, haciéndole inaccesible a hechizos y mal de ojo.

En la edad media se empleó, como remedio contra la gota, la erisipela, panadizos e hinchazones, y de él se hizo linimentos que aliviaron el picor de la sarna. Se pensaba, también, que el uso de un anillo de hierro era eficaz contra el reuma y que si se colocaba una espada vieja junto a la cama, se prevenía retortijones y calambres nocturnos. Para quitar las verrugas, se restregaba con un trozo herrumbroso de hierro en especial el forjado en Jueves Santo.

Al hierro se le atribuía la virtud de anular el poder de las brujas escondiendo un objeto de hierro en un rincón del exterior de la casa junto a un muro. Igualmente, se consideraba, como una medida de protección, colgar en la pared cuchillos, espadas, puñales viejos, tijeras y hasta herraduras con fin de alejar los peligros.

En la actualidad aún se conserva la creencia que una herradura colgada en la casa sobre la puerta principal, confiere protección.

Para evitar que los alimentos se corrompan o que la buena suerte huya de una casa tras fallecer alguien en ella, se recomienda tocar con un objeto de hierro todo lo que esté en la cocina y fuera de ella.

Después de esto, no será difícil entender por qué los cementerios tienen sendas rejas de hierro a su alrededor…

10 octubre 2010

LOS MAYAS Y EL 2012


El epigrafista del INAH, Carlos Pallán, expresó que los antiguos mayas en ningún texto dejaron escrito que en 2012 sería el fin del mundo o una fecha catastrófica, porque incluso se hace mención a periodos posteriores a ese año

Ante la proximidad del año 2012, fecha alrededor de la cual diversos sectores de la población mundial especulan acerca de una “transformación profunda” de la humanidad, e inclusive sobre su fin, el epigrafista Carlos Pallán Gayol, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, expresó categórico que en lo que respecta a los antiguos mayas “en ningún texto dejaron escrito que en 2012 sería el fin del mundo, porque incluso manejaron fechas posteriores a ese año”.

De acuerdo con el director del Acervo Jeroglífico e Iconográfico Maya del INAH, tal creencia es moderna y su origen puede rastrearse a la década de los 70 del siglo XX, con las primeras publicaciones de carácter esotérico en las que se “pronostica” el término de la civilización humana, coincidiendo con el décimo tercer ciclo B’ak’tun en la cuenta larga del calendario maya, que correspondería al 21 de diciembre de 2012.

De los aproximadamente 15 mil textos glíficos registrados hasta ahora y que han sido localizados a lo largo del tiempo en distintos sitios del área maya, únicamente en dos inscripciones existe la mención del año 2012. “Conforme la correlación GMT + 2 (Goodman-Martínez-Thompson, más dos días) que utilizan los epigrafistas para convertir las fechas mayas al calendario gregoriano, la fecha exacta sería el 23 de diciembre de 2012 y no el día 21. Ésta se halla registrada en el Monumento 6 de Tortuguero y en un fragmento encontrado en Comalcalco, ambas zonas arqueológicas de Tabasco y relativamente cercanas entre sí”.

Para el epigrafista Carlos Pallán es importante contextualizar estos testimonios arqueológicos. De esa manera, “en la inscripción de Tortuguero se alude a una fecha contemporánea a quienes hicieron el monumento en el siglo VII d.C., y de repente, en el texto jeroglífico, se emplea lo que se llama un número de distancia que nos lleva trece siglos adelante, al 21 de diciembre de 2012.

“Ahora, ¿qué nos dice el Monumento 6 que va a ocurrir en esa fecha?, lo que nos dicen explícitamente es que va a concluir un periodo. Los mayas siempre celebraban los finales de periodo como hoy en día festejamos los aniversarios: los lustros, las décadas, el centenario o el bicentenario de un hecho histórico, pero eso no quiere decir que se vaya a acabar el mundo”.

A diferencia de las sociedades modernas, para los antiguos mayas el tiempo no era algo abstracto, estaba conformado de ciclos y éstos a veces eran tan concretos que tenían nombre y se podían personificar mediante retratos de seres animados, por ejemplo, el ciclo de 400 años estaba representado como un ave mitológica.

Más que una obsesión por el tiempo, los mayas se preocupaban por efectuar rituales que de algún modo garantizaran que el ciclo por venir sería propicio. “Para el caso particular de la mención de 2012, sí se nota cierta insistencia en que aun en fecha tan distante se va a conmemorar un determinado ciclo calendárico. Éste ha sido el meollo de la confusión.

“Algunas veces se han dicho cosas tan absurdas como que los antiguos mayas no conocían más allá de este ciclo o que una vez llegado este periodo el tiempo se acabaría. Los mayas usaban ciclos gigantescos, inclusive de miles de millones de años por medio del sistema de la cuenta larga y que también era común para otras culturas de Mesoamérica como la istmeña o mixe-zoque. “Lo esencial es que los mayas jamás mencionan que se vaya a acabar el mundo ni el tiempo”.

Carlos Pallán abundó que en este mismo sentido, el pasaje concreto del Monumento 6 de Tortuguero es muy breve y simplemente dice que una vez que se cumpla el décimo tercer B’ak’tun, el 23 de diciembre de 2012, descenderá del cielo Bolon Yokte’ K’u, es decir, el dios — o dioses— de los Nueve Pilares”.

Lo anterior, señaló, “no debe interpretarse como un evento catastrófico, pues los mayas manejaron fechas posteriores a 2012. Incluso en el Templo de las Inscripciones de Palenque se mencionan fechas que ocurren más de dos mil años después, es decir, en 4772. Llos mayas jamás pensaron que el tiempo terminaría en nuestra época, lo que nos refleja la conciencia que alcanzaron sobre el tiempo, a partir del desarrollo matemático y de la escritura.

“Al saber esto algunas personas se decepcionan porque suponían que los antiguos mayas nos habrían dejado mayores datos para interpretar nuestra actualidad, pero en general eran muy concisos, incluso para referirse a eventos de su tiempo”.

Uno de los intereses de los mayas era legitimar su poder mediante calendarios, y vinculaban a quienes gobernaban con algo más grande, ya fuera con dioses que habían nacido años atrás o bien con complejas narrativas míticas.

05 octubre 2010

LA SANTA COMPAÑA: LA PEREGRINACIÓN DE LOS MUERTOS

Miles de testimonios aseguran haber visto una procesión de figuras con sudario, que avalarían la existencia del mito gallego de la Santa Compaña. ¿Qué hay de cierto? Veamos las hipótesis más sugestivas y los relatos de algunos testigos.

A la Santa Compaña la describen como una procesión de figuras vestidas de blanco y cubiertas con sendas capuchas.

El doctor Pereira regresaba a casa al filo de las dos de la madrugada tras atender un parto difícil en una aldea vecina. Al doblar un recodo del camino se encontró con La Compaña. Era un grupo de unas ocho tétricas figuras vestidas de blanco y cubiertas con sendas capuchas comandado por un pálido individuo que portaba una gran cruz de madera. La fantasmal comitiva se movía en el más absoluto silencio, mientras un fuerte olor a cera quemada lo inundaba todo. De repente, el grupo se detuvo frente a la casa de Manolo, el de la ferretería. El pánico dominó al doctor Pereira que salió disparado, como alma que lleva el diablo, para refugiarse en su vivienda, al otro lado del pueblo. Atrás quedaba el mito imposible que había visto con sus propios ojos: La Santa Compaña. Cuatro días después Manolo el ferretero moría de un infarto en la tasca del pueblo.

Este es uno de los casos típicos y tópicos que el folklore y la cultura popular gallega amontona entre los relatos de los viejos lugareños de cualquiera de sus aldeas. Y es que resulta muy difícil, aún en el siglo XXI, encontrar una aldea o pueblo gallego en el que no exista, al menos, un testigo de estas insólitas apariciones.

Pero, aunque en menor número, las apariciones no han desaparecido. En El Ferrol, Juan Pérez decía: Estaba con mi hermano en el coche, cerca de la playa, cuando los vimos. Eran una media docena. Todos vestían túnicas blancas, como de monjes, y se movían en silencio por encima de las rocas. Nos quedamos petrificados sin poder decir palabra.

Bruno Alabau, otro testigo de la insólita aparición, fue el más explícito, ya que pudo presenciar el fenómeno desde más cerca: Fue en marzo de 1982, en Gisamo, La Coruña. Yo era boyscout y me encontraba con mis compañeros en una acampada de fin de semana. Después de la cena, ya era de noche, hicimos un acecho, una especie de juego del escondite. Yo decidí rodear el campamento a través del bosque, así que me fui colina abajo y cuando estaba llegando al camino vi unas luces. Pensé que sería alguno de mis compañeros así que me escondí detrás de unos árboles con la idea de darles un susto, pero el asustado fui yo. No me preguntes qué era aquello. Eran siete personas en dos filas de tres y con uno de ellos delante, entre las dos filas. Todos vestían igual, una especie de túnicas terminadas en unos capuchones, como los de Semana Santa. El de delante llevaba una gran cruz que parecía hecha con dos maderas planas. Y los dos que le seguían, uno en cada fila, llevaban una gran vela cada uno. Los otros cuatro no llevaban nada. Me quedé allí, como paralizado, hasta que cruzaron frente a mí y se perdieron tras los árboles. Luego volví corriendo al campamento pero no conté nada a nadie; me tomarían por loco.

Según la tradición popular, Bruno habría tenido mucha suerte, ya que el fundamento del mito es el de que La Santa Compaña está compuesta por un grupo de difuntos precedidos por un vivo condenado a salir todas las noches a los caminos, comandando la fúnebre peregrinación, portando la cruz o un cubo de agua bendita, hasta encontrarse con otro vivo a quien traspasar la condena y así quedar libre. De no hacerlo así, en un determinado tiempo iría enfermando y palideciendo gradualmente hasta morir.

Dicen los lugareños que no todos los mortales tienen la facultad de ver con los ojos a La Compaña. Según la tradición, tan sólo ciertos dotados poseen la facultad de verla: los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, ya de adultos, la facultad de ver la aparición. Otros, no menos creyentes en la leyenda, habrán de conformarse con sentirla, intuirla. Y es que habría una serie de indicios de la proximidad de la aparición como podría ser el olor a velas surgiendo de repente, o el espanto de determinados animales: perros, gatos, caballos, que según la leyenda pueden ver esos fantasmas por algún tipo de sensibilidad especial.

El buen creyente habrá de dejarse guiar por esa intuición y tomar igualmente las medidas oportunas. En las afueras de La Coruña, existe el caso de Fernando A. Hermida: Iba con mis hermanos a ver una carrera de motos cerca de Santa Cristina. Debían ser las ocho, pero como era invierno ya había anochecido. De repente, escuchamos que los perros de una finca cercana comenzaron a ladrar como locos y un fortísimo olor a cera quemada nos rodeó. No es que yo crea en esas cosas pero, por si las moscas tracé un círculo en el suelo a nuestro alrededor, hicimos la higa con las manos y gracias a Dios no pasó nada.

En la localidad pontevedresa de Marín, existe otro caso, el de Charo Santiago: Yo regresaba a casa después del trabajo. Aquella noche había salido un poco más tarde porque teníamos tarea atrasada. Salí de la carretera principal de Marín por el atajo que tomaba siempre que tenía prisa. Entonces los vi. Eran unos diez. Vestían todos de blanco y algunos llevaban luces, velas o candiles. Estaban parados delante de la casa de Maricarmen, una vecina que conozco hacía años. Yo me asusté mucho y eché a correr hasta llegar a casa. No lo comenté con nadie hasta que dos días después esta vecina moría de repente, de no sé qué enfermedad rara.

En los montes orensanos se han visto en numerosas ocasiones "A procesión das Ánimas", La procesión de las ánimas, denominación lugareña de La Compaña.

Javier Alonso Rebollo comenta que en sí mismo este mito reúne las características clásicas de los populares fantasmas, a pesar de verse influido por otros aspectos del folklore gallego. Uno de los mayores legados que el neolítico dejó en esta región es el de la vida más allá de la muerte, y las diversas corrientes culturales y heréticas que llegaron a Galicia trajeron la creencia en que eran posibles las comunicaciones con ese más allá. Esto podría entroncar con determinadas creencias espiritistas. Pero además La Santa Compaña presenta un aspecto precognitivo al anunciar la muerte del visitado por esta comitiva, y también aspectos relativos al desdoblamiento astral, ya que el vivo que ha de presidir la peregrinación no podrá esconderse en ningún lugar ni huir. Según el mito, cada noche, inevitablemente, y mientras no traspase la cruz a otro vivo, saldrá de su cuerpo cuando esté dormido y aparecerá nuevamente al frente de la procesión de difuntos.

Sea como fuere, miles de personas en toda Galicia aseguran haberla visto. Cientos de testigos afirman haberse topado en las oscuras corredoiras gallegas con una fantasmal procesión compuesta de pálidos espectros vestidos de blanco, mensajeros de la muerte y del miedo. Y aunque un amplio sector de la población dude de su existencia... “haberla hayla”.


El Caso De Sofía Pérez

En el municipio pontevedrés de Budiño existe uno de los casos más típicos y arquetípicos de aparición de la Santa Compaña. Sofía R.Pérez es un ama de casa de 42 años, madre de cuatro hijos, conocida y respetada por todos los vecinos del pueblo. A pesar del tiempo transcurrido desde su experiencia, Sofía la recuerda perfectamente.

Yo tenía ocho años comenta cuando ocurrió. Mi madre y yo habíamos salido para visitar a una amiga y bajábamos por el camino de detrás de la casa, cerca del cementerio.

No era muy tarde, pero como era invierno ya era de noche. Fue justo al llegar al cruce. Yo oí un ruido de pasos muy grande, como si se acercase mucha gente. Le pregunté a mamá si lo oía y dijo que sí. Entonces vimos que bajaba por la carretera una procesión, como de un entierro. Eran muchos, no sé el número, pero todos vestían igual. Llevaban una especie de túnicas negras que les cubrían todo el cuerpo, con una capucha también negra. Pasaron muy cerca de nosotros.

Nos quedamos paralizadas. Yo era muy pequeña y no entendía muy bien qué era aquello, pero mi madre estaba aterrorizada, me apretaba muy fuerte contra ella, diciéndome que no hiciera ruido. Y cuál fue nuestra sorpresa que al final de la fila de La Compaña, vimos a una mujer; ¡A una vecina nuestra!

Era la Tía Preciosa, una vecina que vivía unas casas más arriba de la nuestra. Yo la reconocí por su forma de andar, porque tenía un defecto en las piernas y luego la vimos muy claramente. Llevaba como un palo en la mano y una especie de piedra como un mármol, pero muy, muy brillante. Pasó a nuestro lado en silencio como un ánima. Y se fue detrás de la Santa Compaña.

No nos dio tiempo de preguntarle qué hacía allí. Cuatro días después de pasar esto, a tía Preciosa moría. Estaba en la cocina y un rayo entró por la chimenea y la mató. Yo creo que aquello fue un aviso, todos avisamos antes de morir.


Todos los nombres para un fenómeno:

Procesión de las ánimas: Aplicado especialmente en el sur de Galicia, sobre todo en Orense.

Santa Compaña: Aplicado mayoritariamente en Galicia Norte.

Hoste o Hueste: Aplicado en algunos lugares al formar la comitiva una especie de hueste o mesnada.

Hostilla: del latín enemigo, aunque probablemente contaminada en la evolución de la tradición de las ánimas.

Estatinga o estadinga: considerada una derivación de hostia antiga o Nemigo antigo.

Estadea: derivación probable de estadal, la vela usada para iluminar a los difuntos.

Antaruxada: uno de los nombres menos frecuentes.

Pantalla: En opinión de Vicente Risco, fusión de los términos Pantasma y Espantallo.

Visión: En este caso sinónimo de aparición.

Visita: En clara referencia a la intencionalidad de la aparición. Respecto a esa intencionalidad del fenómeno existen numerosas versiones, aunque las más compartidas por los testigos sedan las siguientes:

Para pedir misas por su salvación a los familiares vivos, para reprochar a los vivos pecados o faltas cometidas, para reclamar el alma de un pecador que morirá tiempo después de la aparición, para cumplir una pena infringida por alguna autoridad del más allá a fallecidos en pecado.


Fórmulas De Protección

La cultura rural expone también una serie de estrategias para librarse de la condena en caso de toparnos frente a frente con La Santa Compaña. Existen varias fórmulas de protección, aunque las más populares serían:

Acompañarse de un gato negro y, en caso de toparse con la macabra procesión, arrojárselo y huir. Sabido es el rico simbolismo mágico del gato en todas las culturas.

Trazar el Círculo de Salomón rápidamente en el suelo e introducirse dentro, no abandonándolo hasta que La Compaña haya desaparecido.

Determinados gestos mágicos como la figa o higa o los cuernos.