01 noviembre 2010

EL CASO DE JOSÉ PANCHO CAMPO


Un día de lluvia de 1948, José Pancho Campo, cabrero y agricultor de profesión, vecino del pueblo extremeño de Garganta la Olla (Cáceres), considerado como un hombre alto, fuerte y vigoroso, se encontraba en una casa de la finca “La Casilla”, cuando llamaron a la puerta. Al abrir, vio que era un grupo de mujeres que decían “¡Qué frío, qué frío!”, y le pidieron permiso para entrar a calentarse en la cabaña. Pancho pensó que se habían extraviado y las invitó a entrar. Vio que una de las mujeres, la cual en ningún momento abrió la boca, vestía totalmente de negro con una falda muy larga que hacía que pareciese una monja. Se dirigió a ella y le aconsejó que se acercara a la lumbre para calentarse. Cuando se aproximó al fuego, Pancho atizó la candela y el resplandor le permitió verle las piernas: no tenía pies sino pezuñas…

Al darse cuenta de lo que había visto, el campesino dio un alarido y gritó “¡Jesús!”. En ese momento, contaba él, la supuesta y extraña mujer-monja salió de la choza a toda prisa. José Pancho regresó al pueblo, contó lo sucedido y desde entonces se colgó varias cruces del cuello. El encuentro con esta presunta lamia debió ocurrirle cuando contaba unos 58 años de edad.

Desde aquel fatídico día José Pancho Campo cayó enfermo, y postrado en la cama cubierto por unas cuantas cruces deliraba sobre aquel suceso;-Él ha venido a por mí, el demonio se me ha aparecido, quería llevarme con él-. El temor no parecía achicarse, sino aumentar su presencia en la mente de José Pancho hasta el punto de que se dice que murió por el mismo miedo en presencia del Párroco del lugar y el médico que había llegado tarde para tratarle.

A pesar de todo, se sabe que murió 14 años después del incidente, en 1962, de una enfermedad pulmonar. La tumba de José Pancho Campo aún hoy se puede observar yendo a Garganta la Olla. Una tumba no solamente para recordar la pérdida de José Pancho Campo, sino también para recordarnos que hay cosas en esta vida que aún no entendemos ni conocemos, y que tan solo podremos empezar a entender...si aprendemos a escuchar.

Esta historia está perfectamente documentada por Juan José Benítez cuando visitó garganta la Olla en 1982 para escribir su libro La punta del iceberg donde conoció al sobrino de José Pancho y le narró el suceso.

La dramatización de este caso puede escucharse aquí: