26 noviembre 2010

LOS PERROS


Con respecto al perro, en todas las culturas es un símbolo ambivalente. Aunque su figura está referida a la lealtad y a la seguridad, el perro está vinculado también a la muerte, al inframundo y a las fuerzas invisibles que rigen la tierra o la luna (Gheerbrant 2000:816). La noción del perro como psicopompo es casi universal. Para los antiguos mexicanos un techichi guiaba las almas por el inframundo, por ejemplo. Pero el perro es también una especie de intermediario entre este mundo y el otro.



Además, existe la creencia que el perro posee la facultad de ver a los espíritus de los ya fallecidos, incluso la muerte misma (Trejo 2009:176). También se ha extendido la creencia de que los perros aúllan por la noche en los lugares donde alguien morirá pronto o que algún hechicero o bruja anda cerca. También se cuenta que quien se ponga chinguiñas o lagañas de perro en los ojos, podrá ver a los muertos Rodolfo Cordero (2005:72-73) cuenta que



[...] Severo, a quien siempre lo veían montado en su burro [...] sabía que cuando aúllan los perros en la noche, es porque ven a la muerte. Llamó al “Capulín”, un perrito negro muy bravo que se le acercó moviendo la cola, saltando y lamiéndolo. ‘A ver tú, Capulín, tú que sí puedes ver a la muerte, préstame tus chinguinas para que yo también pueda verla’, y luego lueguito que abraza al perro y le quita las chinguinas y se las embarra en los ojos [...] “No me lo van a creer, pero como a eso de las once y media de la noche, que mi tío empieza a ver visiones. Se restregaba los ojos y gritaba: ‘¡No!, ¡no puede ser! ¡Ah!, qué jijos de la...’ Uno a uno, sus parientes muertos y sus amigos entraban al cuarto, comían de los golletes y bebían los vasos de agua de la mesa y salían alumbrándose con las astillas de ocote ardiendo y echando mucho humo. “Contaba después mi tía: Al condenado de tu tío Severo se le quitó la borrachera, se bajo del cincolote y salió corriendo al pilancón para lavarse la cara y quitarse las chinguinas. Gritaba: ‘¡Quítamelas, Tomasa!’ Por fin salió en su burro a confesarse.



Además se cuentan innumerables historias de enormes perros negros que se aparecen por las noches, con ojos rojos y gruñendo de forma aterradora. Estos perros, verdaderos perros del mal, pueden ser los nahuales o el mismo diablo (Trejo 2009:176).