02 diciembre 2011

MANCHAS NEGRAS


Aquí va un impresionante testimonio del exorcista Gabriele Amorth:

Un marido, su mujer y un sobrino regentan un supermercado con la ayuda de dos empleados. Poco después de haber abierto la tienda, todos sufren un persistente dolor de cabeza, acompañado de unas manchas negras en los brazos, en cuanto pisan el local.
Las manchas se ponen rojas, empiezan a dolerles mucho y se extienden al cuello y los brazos, por todo el cuerpo. Uno tras otro los aparatos se estropean: el frigorífico, las cámaras del mostrador, la caja registradora... Manos invisibles cambian de lugar los productos. La puerta de entrada se atasca, o se abre sola. Siempre hay algo que no funciona, pero cuando llega el técnico va bien; una vez se ha ido reaparecen las averías.

Cuando me llamaron prometí que iría a bendecir el local, aunque les pedí que antes se confesaran y se comprometieran a seguir un camino de fe. Después exorcicé la tienda y a todo el personal para romper cualquier hechizo o maleficio que pudiera haber. Mientras rezaba coloqué unos vasos con agua bendita y sal en varios puntos del establecimiento. Al día siguiente, la sal de cinco vasos se había derramado hasta el suelo; en cambio, en los otros tres no ocurrió nada.

Según observaron los cinco protagonistas, la mujer del piso de arriba, que había intentado impedir por todos los medios la apertura de la tienda, entraba y salía sin comprar nada. Siempre se detenía ante el lugar donde estaban ocultos los vasos de los que se derramaba la sal, como si esperase descubrir algo. Habíamos esparcido sal exorcizada por todas partes y habíamos rezado mucho, repitiendo las renuncias a Satanás, las oraciones contra los maleficios y la renovación de los votos bautismales. Colocamos bien a la vista una imagen de Jesús Misericordioso y el personal adquirió el hábito de rezar una oración todas las mañanas, antes de empezar a trabajar.

Una vez, al entrar en la tienda, a mí también me salió una mancha en el brazo; primero era negra y después, roja, muy dolorosa. Me apliqué óleo exorcizado en el brazo y se me curó enseguida.
Después de cuatro exorcismos (y muchas oraciones) acabaron todos los fenómenos y trastornos, la extraña mujer no volvió a aparecer y ahora en el supermercado trabajan en paz.

Tomado de: AMORTH, Gabriele y Marco TOSATTI (2010): Memorias de un exorcista. mi lucha contra Satanás, [trad. Helena Aguilà Ruzola], Barcelona: Indicios.







Puedes escuchar la dramatización de la película "El exorcista" realizada por Radio Naconal de España aquí:

25 noviembre 2011

LA MULATA DE CÓRDOBA


El relato narra la historia de Soledad, una bella mujer que vivía en la ciudad de Córdoba, fundada en 1618 como un sitio de tránsito en el camino real que conducía del puerto de Veracruz hasta la Ciudad de México, el corazón de la Nueva España.

Soledad era mulata, es decir, hija de un español con una negra, cautivaba a todos los habitantes de la ciudad; se dice que por envidia, muchas mujeres querían que el Santo Oficio la acusara de brujería y pacto con el diablo, pero éstas acusaciones nunca se comprobaron.

La belleza de Soledad cautivó al entonces alcalde de Córdoba, Martín de Ocaña quien ofreció toda clase de regalos a la mujer a cambio de poseer su cuerpo. Al negarse, Soledad selló su destino, pues el acaudalado funcionario levantó una acusación en contra de ella ante el tribunal de la Santa Inquisición que procedió a encarcelarla y a enjuiciarla rápidamente para condenarla por sus supuestas relaciones con el demonio.

La mujer fue llevada presa al temible castillo de San Juan de Ulúa y durante la noche previa a su ejecución pasó todo el tiempo dibujando un magnifico barco en la pared de su celda con un trozo de carbón.

Cuando los guardias fueron por ella para conducirla a su destino fatal y tras sorprenderse por la obra de arte que la mulata había logrado dibujar con tan pocos recursos y en tan poco tiempo, Soledad les preguntó qué era lo que faltaba al navío. "Que navegue", contestaron.





En ese momento Soledad subió a su dibujo y el barco comenzó a navegar por las paredes hasta perderse en el muro y escapar de ahí. 

La leyenda cuenta que nadie nunca más volvió a saber de Soledad; si se visita el Castillo de San Juan de Ulúa, es común conocer esta leyenda e incluso, hay quienes sienten una extraña presencia entre sus centenarios muros.


18 octubre 2011

LA LLORONA


LA LEYENDA
"…Una mujer, envuelta en un flotante vestido blanco y con el rostro cubierto con velo levísimo que revoleaba en torno suyo al fino soplo del viento, cruzaba con lentitud parsimoniosa por varias calles y plazas de la ciudad, unas noches por unas, y otras, por distintas; alzaba los brazos con desesperada angustia, los retorcía en el aire y lanzaba aquel trémulo grito que metía pavuras en todos los pechos. Ese tristísimo ¡ay! Levantábase ondulante y clamoroso en el silencio de la noche, y luego que se desvanecía con su cohorte de ecos lejanos, se volvían a alzar los gemidos en la quietud nocturna, y eran tales que desalentaban cualquier osadía.

Así, por una calle y luego por otra, rodeaba las plazas y plazuelas, explayando el raudal de sus gemidos; y, al final, iba a rematar con el grito más doliente, más cargado de aflicción, en la Plaza Mayor, toda en quietud y en sombras. Allí se arrodillaba esa mujer misteriosa, vuelta hacia el oriente; inclinábase como besando el suelo y lloraba con grandes ansias, poniendo su ignorado dolor en un alarido largo y penetrante; después se iba ya en silencio, despaciosamente, hasta que llegaba al lago, y en sus orillas se perdía; deshacíase en el aire como una vaga niebla, o se sumergía en las aguas (…)

No sólo por la ciudad de México andaba esta mujer extraña, sino que se la veía en varias ciudades del reino. Atravesaba, blanca y doliente, por los campos solitarios; ante su presencia se espantaba el ganado, corría a la desbandada como si lo persiguiesen; a lo largo de los caminos llenos de luna, pasaba su grito; escuchábase su quejumbre lastimera entre el vasto rumor del mar de los árboles de los bosques; se la miraba cruzar, llena de desesperación, por la aridez de los cerros, la habían visto echada al pie de las cruces que se alzaban en las montañas y senderos; caminaba por veredas desviadas, y sentábase en una peña a sollozar; salía misteriosa de las grutas, de las cuevas en que vivían las feroces animalias del monte; caminaba lenta por las orillas de los ríos, sumando sus gemidos con el rumor sin fin de las aguas…

LA LLORONA ANTES DE LA COLONIA

Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la conquista. Sexto presagio funesto:

Muchas veces se oía, una mujer lloraba; iba gritando por la noche; andaba dando grandes gritos:
-¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos!
Y a veces decía:
-¡Hijitos míos!, ¿a dónde os llevaré?

Mientras más se acercaban los españoles a la Gran Tenochtitlan en el siglo XVI, más frecuentes y directas eran las señales que recibían Moctezuma y los suyos sobre este acontecimiento.

Entre otros presagios, se afirmaba que por las noches se escuchaba gemir y llorar a una mujer diciendo: ¡Mis muy queridos hijos, ya llega nuestra partida, ya estamos a punto de perdernos! ¡Oh, hijos míos!, ¿a dónde os llevaré? Según fray Bernardino de Sahagún y Hernando Alvarado Tezozómoc, esos gritos los profería un diablo llamado Cihuacóatl "mujer serpiente", diosa de la guerra y los nacimientos entre los mexicas.

Así, se tiene un antecedente directo de la Llorona en esta diosa, que a la vez ostenta diversas manifestaciones en la cultura nahua como Tonantzin "nuestra madre", Huitztilincuatec "cabeza cortada de colibrí", Toci "nuestra abuela", Cozcamiauh "collar de espigas", Tlazoltéotl "diosa de la inmundicia" y, desde luego, Coatlicue "la de la falda de serpientes".

Estas deidades tienen los siguientes atributos: la maternidad de dioses y hombres; la serpiente, uno de los animales más importantes de la cosmovisión mesoamericana, que representaba los poderes ctónicos de la naturaleza y se relacionaba con el inframundo; el dominio sobre el tiempo y el movimiento eterno representado por el colibrí; el tema de la guerra o la mujer guerrera; los colores rojo y negro, que tienen que ver con el Tlillan Tlapallan, el lugar mítico hacia el oriente, donde marchó Quetzalcóatl.

La vestimenta de las diosas es blanca; los cabellos, negros y largos. Representan a la mujer de todas las edades, joven, madura y anciana, y por tanto, a la concentración de los poderes femeninos, incluyendo el arte adivinatorio. "La mujer, en el lenguaje gráfico de la mitología, representa la totalidad de lo que puede conocerse".

Cihuacóatl en particular muestra tres aspectos característicos: los gritos y lamentos por la noche; la presencia del agua, pues tanto Aztlán como la gran Tenochtitlan estaban cercados por ella -con lo que ambos sitios estaban conectados no sólo por coincidencias físicas, sino míticas-, y ser la patrona de las cihuateteo, las mujeres divinizadas, muertas en parto, que bajan a la tierra en los días llamados  Nemontemi a buscar a sus hijos, y aparecen en las encrucijadas de los caminos y son fatales a los niños, y de noche vocean y braman en el aire.

Coatlicue, por su lado, habla de presagios funestos, al afirmar -ante chamanes de Moctezuma I- que así como Huitzilopochtli ganaría en la guerra, después él mismo "sería echado por gente extraña y entonces regresaría con su madre".

Por otra parte, Tlalteuhctli-Tlaltecíhuatl, "señor o señora de la tierra", partida en dos para crear el cielo y la tierra, solo se calma bebiendo sangre. Bien puede relacionarse con la Llorona, pues a veces por la noche se escuchaban sus quejidos pidiendo corazones de hombres para comer; además de que por su boca nacieron los ríos y las grandes cavernas.

Asimismo, la figura llorosa se puede asociar con deidades de otras culturas: Auicanime "la necesitada, la sedienta", diosa del hambre de los tarascos; Xtabay, esposa de Kizin, el dios de la muerte, de los mayas-lacandones; Xonaxi Queculla, Xonaxi Huilia o Xonaxi Belachina "once muerte" o "la señora de la red de carne", deidad de la muerte, del inframundo y de la lujuria entre los zapotecos.

PECULIARIDADES
- Malos augurios acarrea el oírla.

- Dicen que su grito más doliente lo lanza al llegar a la Plaza Mayor, que allí se arrodilla… y, vuelta hacia donde estaban los viejos teocalis de los indios, besa el suelo y clama con angustia, y llena todo de aflicción.

- Cuentan que amó intensamente…

- Que fue abandonada…

- Que cometió un horrible crimen…

- Que hizo correr la sangre de los suyos…

- De todos modos, habrá sufrido mucho, pobre mujer… ¿por qué no puede descansar aún?
Carmen Toscano, La Llorona

Durante la Colonia, la leyenda sufrió transformaciones. No podría hablarse de la advocación de una diosa o diosas prehispánicas, pues ello sería blasfemia y herejía, así que la Llorona se fue transformando hasta parecerse un poco más a los conquistadores y la historia fue cambiando de acuerdo con los diversos gustos y tradiciones, o debido a las consejas que corrían de boca en boca; sin embargo, su esencia indígena no pudo romperse del todo. Así es como se mantuvieron intactos distintos elementos: la noche, la mujer vestida de blanco con el cabello largo y negro, el grito desgarrador de ¡Ay mis hijos!, y la presencia de agua (ríos, lagos, cauces secos, barrancas).

Su figura cruzó los límites de la capital de la Nueva España -aunque ahí siempre será más fuerte- hasta llegar a diversas regiones de lo que hoy es México: Aguascalientes, Durango, Guanajuato, Zacatecas, Querétaro, San Luis Potosí, Tlaxcala, Puebla, Morelos, Estado de México, Veracruz, Tabasco, Oaxaca…

En Yucatán tiene una acepción distinta, ya que se la relaciona más con Xtabay. Parece ser que no forma parte de las leyendas de los estados situados al norte de la república, lo cual también habla de la fuerza de su origen mexica.

Dependiendo de la zona, la Llorona ya no sólo clama de angustia, ahora es una mezcla de divinidades prehispánicas y espectros de la tradición judeocristiana: es la mujer atrayente que llama a los hombres en la noche, los seduce, los pierde o los lleva a la locura (las cihuateteo, Xtabay, o Eva, la mujer de la perdición y el pecado); puede mostrar su faz en forma de calavera (esto remite a Cihuacóatl) o ser una mujer bellísima sin ojos (en Aguascalientes se dice que tiene cara de caballo y que quien la ve muere o nunca se recupera. Es interesante notar aquí el significado sombrío que puede tener este animal en diversas culturas).

Su leyenda no ha muerto, permanece como uno de los misterios más aceptados en el México actual. Hoy día cualquiera puede afirmar haberla visto y casi nadie pondrá en duda su palabra, pues es una presencia tan propia al mexicano, que es imposible romper su hechizo. Tal vez tenga que ver con "Todas esas voces oscuras, de abuelos indios, que lloran en nuestro corazón"



En el México colonial y aún en la actualidad, la Llorona es una mujer que se aparece en la noche, a veces en las encrucijadas de los caminos, con cabello largo y vestida de blanco, llamando con fuertes llantos y aterradores lamentos a sus hijos.

La Llorona es una de las leyendas con más fuerza en nuestro país. Hoy día su presencia sigue causando tanto pavor como hace siglos. La gente del pueblo no duda en afirmar su existencia e incluso los más instruidos temen objetar algo ante quien afirma haberla visto, pues está tan imbuida en el pensar del mexicano que forma parte misma de su existencia y se le otorga el carácter de realidad.

La Llorona surge en la Colonia. Sin embargo, sus antecedentes son mucho más antiguos, tanto, que se pierden en los mitos prehispánicos y se funden en diversas representaciones de diosas madres.

Tenemos un gran número de versiones sobre su presencia y lo que la obliga a lanzar ayes lastimeros por la noche, pero lo que nadie puede negar es que ha trascendido las barreras del espacio y el tiempo hasta llegar a ser parte de la idiosincrasia de un pueblo.




Puedes escuchar el audio de La Llorona, de Radio INAH en el siguiente enlace:
http://sobrenatoral.podomatic.com/player/web/2009-11-04T12_54_20-08_00

Con la colaboración de Helena Rivas



La tumba de la Llorona está en la entrada del panteón de Dolores, en Jerez, Zacatecas.Y es como que se ve una virgen que está llorando arriba de una tumba. Hay veces que ella está así con las manos juntas y si le ve los ojos se ve como si estuviera llorando de a de veras Sí, es bien raro porque muchas gentes de aquí hemos visto una cosa muy rara en esa tumba, porque  la Llorona tiene sus manitas así juntas pero luego las mueve y eso que supuestamente es de pura piedra, pero mueve las manos y uno primero las ve así juntas y más al rato ya las ve que las movió y las tiene así como abiertas.
Pero también los ojos de ella son muy feos. Si los tiene abiertos usted camine tantito hacia un lado y luego hacia otro lado y fíjese que los ojos de ella lo van siguiendo, y eso da bastante miedo. Dicen también otra cosa de esa Llorona porque dicen que si tiene los ojos cerrados es porque se salió del panteón y se fue a caminar al río a buscar a sus hijos. Es que dicen que la Llorona anda buscando a sus hijos porque ella misma los mató. Dicen que a uno lo aventó en un pozo de agua, que a otro lo echó en el río cuando llevaba bastante agua y al otro dicen que lo mandó a comprar gasolina y unos cerillos y lo encerró en un cuarto y aventó la gasolina y lo quemó vivo. Eran tres hijos y a los tres los mató. (Tomado del blog de Homero Adame: http://adameleyendas.wordpress.com/2010/10/13/mitos-y-leyendas-de-zacatecas-la-tumba-de-la-llorona/).

25 julio 2011

EL MITO JACOBEO

Hay varios Santiagos en el Nuevo Testamento, por ello es preciso identificar bien a nuestro Santiago al que se le añade el apelativo: "Santiago, el Hijo de Zebedeo o el Mayor". Era el hermano mayor de Juan, el Apóstol, y originarios de Betsaida habitaban en la cercana Cafarnaúm, trabajando en el negocio familiar de pesca en las riberas del Lago de Genesaret; pertenecían, pues, a una familia de modestos propietarios con su padre Zebedeo. El mismo Jesús apodó a Santiago y a Juan con el sobrenombre de "hijos del trueno" seguramente por su arrojo y decisión. Santiago aparece como una persona apasionada, capaz de ponerlo todo en juego; como una persona que arrasa por su empuje y que no se para en echar cálculos y medir consecuencias. Una vez muerto Jesús, Santiago forma parte del grupo inicial de la Iglesia Primitiva de Jerusalén. Herodes Antipas lo escoge, igual que a Pedro, como figuras representativas para dar un escarmiento a la comunidad cristiana y contentar a los judíos. Murió entre los años 41 y 44 en Palestina, decapitado, por orden de Herodes Agripa, cuando intensificó la persecución de las primeras comunidades cristianas para ganarse el favor de Roma.


Yago fue la forma que tenía en la Edad Media el nombre bíblico "Jacob", ilustre porque lo llevó el patriarca que arrebató la primogenitura a su hermano Esaú, y que a partir de sus doce hijos fundó el pueblo de Israel organizado en las doce tribus; pero mucho más ilustre entre nosotros porque éste es el nombre del apóstol al que llamamos Santiago (Sant + Yago) el Mayor, que según la tradición fue a predicar el Evangelio a España. El nombre hebreo del que procede Yago es Yakob y suele interpretarse como "el que anda a la sombra de Dios". En español tenemos también la forma "Jaime", evolucionada a partir de la forma latina Jacobus, que en francés dio Jacques y en italiano Giáccomo.
A partir de estas transformaciones es más fácil adivinar la transformación de Jacobus en Jaime. La universalidad de este nombre es extraordinaria. A ello contribuyeron en especial las peregrinaciones al sepulcro del Apóstol en Santiago de Compostela, desde todos los rincones de la cristiandad. Santiago fue, con Roma y Jerusalén, uno de los tres grandes lugares de peregrinación de la cristiandad. Tal era la multitud de peregrinos que en los tres siglos de esplendor pululaban por los caminos que llevaban a Santiago, que los devotos empezaron a llamar a la ruta luminosa de la Vía Láctea , Camino de Santiago, por la semejanza entre las innumerables estrellas de ésta con las riadas de peregrinos al sepulcro del Apóstol.
Las leyendas jacobeas recogen dos versiones acerca de la presencia del Apóstol Mártir en la península: La primera dice que, a la muerte de Jesús, los apóstoles se repartieron los lugares en que debían predicar, correspondiéndole a Santiago Hispania y las regiones más occidentales del imperio romano.
El Apóstol habría recorrido Asturias, Galicia, Castilla y Aragón predicando la palabra de Dios con escaso éxito. Relata además que durante esta misión se le apareció la Virgen junto al Ebro, sobre una columna, y allí se le ordenó construir una iglesia. La segunda versión sostiene que tras el martirio, su cuerpo fue llevado en barco por sus discípulos desde Jerusalén hasta Iria Flavia, en el Finisterrae. Aquí la historia y la leyenda se funden. Una vez decapitado en Palestina, su cuerpo fue arrojado fuera de la ciudad como pasto de perros y fieras, pero sus discípulos al caer la noche, lo recogieron y lo llevaron al puerto de Jope, donde providencialmente apareció una embarcación aparejada y sin tripulación. Al séptimo día de navegación arribaron a la desembocadura del río Ulla, en Galicia. Tras diversos incidentes con la mítica «Raiña Lupa», lograron permiso para enterrar a Santiago. Al depositar el cuerpo del maestro sobre una gruesa roca, ésta cedió como si fuera de cera hasta convertirse en el sarcófago del santo.

El hallazgo del sepulcro del Apóstol tiene lugar en el siglo IX, en una fecha indeterminada alrededor del año 820. En una península ibérica dominada por el emirato omeya de Córdoba, los pequeños núcleos de poder cristianos se concentran en el norte. Uno de los más fuertes era el Reino de Asturias y Galicia. Es en este contexto histórico cuando tiene lugar el hallazgo del sepulcro de Santiago. Según la leyenda, un ermitaño, que vivía en el lugar de Solovio, en el bosque Libredón, contempló durante varias noches una lluvia de estrellas sobre un montículo. Impresionado por las visiones, el ermitaño se presentó ante el obispo Teodomiro de Iria Flavia, para comunicarle el hallazgo. El prelado se dirigió a Libredón y constató el fenómeno. Bajo el fuerte resplandor encontraron un sepulcro de piedra en el que reposaban tres cuerpos. Los identificaron como el de Santiago el Mayor y dos de sus discípulos. Teodomiro hizo llegar la noticia al rey Alfonso II que, consciente de la importancia religiosa y política del descubrimiento, acudió lo más rápido que pudo desde Oviedo para visitar el lugar y prometer la construcción de una catedral. Aquél fue el origen de Compostela.
El rey Alfonso II manda edificar sobre el sepulcro una sencilla iglesia y comienzan a llegar visitantes a la tumba del Apóstol. En el año 844, otro fenómeno sobrenatural daría el definitivo espaldarazo a la figura de Santiago como encarnación de la Reconquista. El 23 de mayo en Clavijo, cerca de Logroño, el rey Ramiro I de Asturias se enfrenta a las tropas musulmanas de Abderramán II en clara desventaja numérica. En pleno fragor de la batalla el apóstol Santiago aparece espada en mano a lomos de su famoso caballo blanco repartiendo tajos entre los infieles. Los cristianos vencen contra pronóstico y el mito jacobeo traspasa definitivamente los Pirineos. Nace así el apelativo de Santiago Mata moros. A partir de ahí se desarrolla el culto que motiva la peregrinación. El Camino de Santiago, fue, junto a una vía de manifestación religiosa, una ruta de comercio internacional, que además puso en contacto dos ámbitos económicos diferentes: El Hispano-musulmán y el cristiano-feudal. Supuso la entrada de corrientes nuevas de pensamiento y manifestaciones artísticas, pero también la difusión más allá de los Pirineos de elementos ibéricos. La peregrinación a Santiago podía ser voluntaria, pero también obligatoria, impuesta como penitencia, desde un punto de vista religioso, o penal, desde el punto de vista civil.
El peregrino era de toda condición social, incluyendo desde reyes y obispos a gente del pueblo llano. El fortalecimiento de la ruta se produce a partir del año 1000; este hecho se sitúa en un marco general de expansión en Europa. Es en los siglos XI y XII cuando las peregrinaciones se convierten en un alud de personas procedentes de todos los puntos. En 1122 se establece el Año Santo Compostelano. El auge del Camino se va a basar en 2 pilares: Por un lado la amplia red de hospitales que se fundan a lo largo de él y por otro, la protección jurídica de que goza el peregrino por lo que se toman una serie de medidas entre ellas la exención de portazgos. En los siglos de auge, la ciudad compostelana vive momentos de pujanza, se convierte en sede metropolitana, en detrimento de Mérida, y se construye la catedral que será consagrada en 1211. En los siglos XI y XII los peregrinos ilustres son abundantes; Guillermo X Duque de Aquitania, Luis VII de Francia, San Francisco de Asís, y muchos otros.
El Camino va a ejercer una gran importancia económica, el movimiento de gentes alentará a artesanos y mercaderes, en su mayor parte extranjeros, a asentarse en distintos lugares del camino, de manera que van naciendo los burgos. Los reyes les concederán fueros para favorecer su desarrollo. En las ciudades que ya existían se van a formar barrios de francos que dinamizan y darán un carácter más urbano a la ciudad. En éstas va a nacer una nueva clase social: La Burguesía y con ella nuevos problemas sociales, plasmados en los enfrentamientos contra los señores feudales. La orden de Cluny va a jugar un papel esencial en la peregrinación, ya que a lo largo de la ruta crea monasterios y hospitales. También los reyes favorecerán al peregrino, destacando entre ellos Alfonso VI. En los siglos XIV y XV se experimenta un retroceso en las peregrinaciones. Por un lado la catástrofe del XIV, peste negra y frecuentes guerras, por otro el cisma se produce en la cristiandad en 1378 y también la recesión económica que se localiza en la ruta jacobea. En el XVI la aparición del protestantismo supone un duro golpe, viviendo la ruta sus horas más bajas. En el XVII y XVIII parece existir una cierta recuperación del Camino, éste se plasma en el desarrollo del arte barroco en la capital compostelana. En el XIX la crisis llega al punto de que el 25 de julio de 1867 apenas había 40 peregrinos en Santiago. El descubrimiento de los restos del Apóstol en 1879, escondidos cuando Francis Drake atacó La Coruña, dio nuevos bríos a la peregrinación. En 1884 el papa León XIII declaró como auténticos los restos descubiertos. En la actualidad el Camino vive una época de auge. El Consejo de Europa declaró el Camino de Santiago como Itinerario Cultural Europeo, en 1987, señalando el valor trascendental de la peregrinación en la formación de una civilización común a todos los pueblos europeos. El renacimiento de la peregrinación coincide con la formación de una nueva Europa.
Otra historia del Camino
El Camino es el fin, y la tierra, polvorienta y de asfalto, es el medio de transitar por él. El Finis Terrae romano y anteriormente celta es el destino de miles de personas durante estos años de comienzo del milenio. Parece ser que antes de la aparición del cuerpo del apóstol Santiago ya se iba a Finis Terrae, y allí miles de hombres sintieron aquel "religioso horror" al ver apagarse el sol en las aguas del océano. El resurgimiento peregrinal, sobre todo desde el Año Jacobeo -1993- es un hecho que los estudiosos sociales tendrán que analizar. La mezcla de reto deportivo con religiosidad, con búsqueda de lo auténtico y de uno mismo, todo ello escoltado por estilos románicos y góticos, entre caballeros templarios y monjes benedictinos, entre hayas y trigos, entre castaños y carvallos, entre leyendas y milagros hacen del Camino de Santiago una experiencia singular. El marketing de las diferentes Comunidades Autónomas ha hecho el resto. Para muchos el recorrido del Camino de Santiago se convierte en peregrinaje cuando se encuentran con las raíces religiosas e históricas de Europa, cuando renuevan un camino de transformación interior, y cuando caminan al ritmo de otros siglos. Desde el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago en Compostela, en el siglo IX, el Camino de Santiago se convirtió en la más importante ruta de peregrinación de la Europa medieval. El paso de los innumerables peregrinos que, movidos por su fe, se dirigían a Compostela desde todos los países europeos, sirvió como punto de partida de todo un desarrollo artístico, social y económico que dejó sus huellas a todo lo largo del Camino de Santiago.

En el siglo X la peregrinación a Compostela es un hecho consolidado en la cristiandad. Es la época del camino de la costa, más seguro que los del interior, expuestos a las correrías árabes. Será a partir del año 1000 cuando se popularizan las peregrinaciones a Santiago, como antes lo hicieran los romeros con Roma o los palmeros con Jerusalén. Los monarcas comprendieron que mantener el Camino libre y expedito era asegurarse una vía de vital importancia económica, comercial y militar para controlar su territorio. Dos son lo reyes que más apoyarán la ruta jacobea: el navarro Sancho III el Mayor y el castellano Alfonso VI. El Camino se dota de una serie de infraestructuras (calzadas y puentes) y de lugares asistenciales para el peregrino. Fundamentales en este campo han sido las ordenes religiosas hospitalarias, entre las que destaca la de Cluny. La primera eclosión en las peregrinaciones a Santiago se produce en los siglos XI y XII, coincidiendo con el esplendor del arte románico. En 1122 el Papa Calixto II proclama Año Santo Jacobeo aquel en el que el 25 de julio coincida en domingo. Multitudes de gentes comienzan a llegar de todas partes de Europa dando un toque cosmopolita a las ciudades por las que pasa el camino. El Camino Francés es el más utilizado y por Roncesvalles se constatan miles y miles de peregrinos en estos años, más tarde con la conquista de Zaragoza se habilitaría el ramal de Somport a Puente La Reina.
Las antiguas calzadas romanas de Burdeos a Astorga pasando por Vitoria y Briviesca y de Astorga a Iria Flavia sirven de base a la ruta jacobea y surgen gran cantidad de burgos y ciudades que acogen una nueva clase urbana de artesanos y comerciantes, la mayoría francos. A partir del siglo XIV el Camino entra en declive, la peste negra ha diezmado la población europea, la cristiandad comienza a dividirse (los protestantes consideraban las peregrinaciones como actos populacheros), el mundo comienza a ensancharse y los monarcas dedican sus esfuerzos a conquistar nuevos mundos. En los siglos XVII y XVIII se mejoran las comunicaciones y el Camino recobra parte del prestigio y recibe peregrinos ilustres, sin embargo en el XIX los librepensadores, los descubrimientos científicos, la revolución industrial y el desarrollo urbano no se llevan bien con un modo de vida con reminiscencias medievales. Fue tan aguda la crisis que en 1884 el papa León XIII tuvo que declarar verdaderos los restos del Apóstol reaparecidos en unas excavaciones (se habían escondido en el siglo XVI ante las amenazas de las incursiones inglesas comandadas por el pirata Francis Drake). Hoy en día la peregrinación a Santiago parece recobrar el esplendor de antaño, en 1985 la UNESCO declara la ruta jacobea como Patrimonio Universal de la Humanidad.
Santiago de Compostela es la madre de la multitud de ciudades que llevan este nombre. Esta ciudad se fundó sobre el sepulcro del Apóstol. Campus Stellae (campo de la estrella) llamaron al lugar en que fue descubierto. Hay que partir del importantísimo hecho cultural de que los pueblos, las ciudades, los monasterios, se tenían que edificar sobre las reliquias lo más importantes posible (Rómulo edificó las murallas de Roma sobre el cadáver de su hermano Remo) para entender que se trasladasen restos funerarios desde tan lejos (Santiago murió en Jerusalén) y que luego estos grandes sepulcros moviesen a millones de peregrinos. Sobre el sepulcro de Santiago, pues, se edificó la imponente basílica, y en torno a ella creció toda la bellísima y rica ciudad. Y siguiendo su onda expansiva se fundaron Santiago de Cuba, Santiago de Chile, y centenares de ciudades y lugares de la geografía española e hispanoamericana con este nombre, como las villas de Santiago del Saltillo y Santiago de la Monclova, en la actual Coahuila.
A Santiago se le representa siempre barbado, con el cabello cayéndole sobre los hombros, y de mediana edad. Puede aparecer en tres formas distintas, como apóstol, como peregrino y como caballero, aunque es frecuente que motivos iconográficos de dos de estas situaciones se superpongan en una representación:
1) Como apóstol viste túnica, lleva los pies descalzos y en las manos el libro del Nuevo Testamento y la cruz de doble travesaño, porque fue, según la leyenda, el primer arzobispo de España. También lleva espada por su martirio, y puede aparecer entre dos árboles. Ésta es la representación más antigua del santo, aunque sólo con estos atributos no le hemos encontrado en la pintura gótica castellana. El apóstol: se trata de las advocaciones más antiguas, donde aparece vestido con una larga túnica y sosteniendo el Nuevo Testamento en al mano derecha. Esta iconografía la podemos ver en la Catedral de Saint-Sernin de Toulouse y en el pórtico de la Catedral de Santiago de Compostela;

2) Como peregrino puede ir calzado o descalzo, con túnica y manto, que a veces es un capote de fuerte estameña parda como los que llevaban los peregrinos en la Edad Media, y no muy largo para permitirles andar con facilidad. Lleva bordón que se remata en su parte superior por una especie de pomo, y que acaba en punta en la parte baja; sombrero, calabaza, escarcela o esportilla y concha. A veces se le ve llevando algunos peregrinos bajo su manto o con ellos arrodillados ante él, dándonos la imagen de "Santiago protector de peregrinos", pero esta iconografía, que no es habitual en la pintura que nos ocupa, sí lo será en los azabaches. La representación de Santiago peregrino, que hace sus primeras apariciones en esculturas del siglo XII, se generaliza desde fines del siglo XIII y se difunde ampliamente a partir del XIV. El peregrino, como iconografía, es consecuencia de las peregrinaciones a Compostela a partir del siglo XII;


3) Como caballero-guerrero aparece montado en un caballo blanco atacando a los moros, vestido de guerrero o caballero medieval cubierto con manto. Esta iconografía se extiende al amparo de la Cruzada de la Reconquista y es difundida por la Orden de Santiago. Aunque aparece ya en un relive del siglo XII en la catedral de Santiago, no se adoptará de forma general hasta bastante más tarde, y es casi exclusivamente española. Se hace muy frecuente en el siglo XVI, se mantiene durante el barroco, y acaba decayendo en el XIX. El caballero surge después de la batalla de Clavijo, que es la batalla que se libró en el monte Laturce, Logroño, en el año 844, entre las tropas de Ramiro I de Asturias y las de Abderrahmán, emir de Córdoba, en la que salió vencedora la compañía de rey asturiano y que según la tradición, con ayuda del Apóstol Santiago que aparece montado en un caballo blanco y con una bandera blanca en la mano: Santiago “Matamoros”.

La concha de vieira

En su origen la concha fue símbolo de la catedral de Santiago. Se desconoce el motivo de su elección, aunque hay quien lo explica comparando su forma con el sol poniente hacia el que se dirigía la ruta. Hay también quien considera que la concha fue en su origen una marca de cantería que simbolizaba el saber o conocimiento llegado desde más allá del mar. Por último, una explicación más relacionada con el contenido esotérico oculto en el Camino identificaría la forma de la concha con la pata de la oca que señalaba en la ruta los puntos de especial sacralidad

Encontrar el simbolismo de la Concha de Santiago o vieira no ha sido fácil, ni concluyente, ya que existe una gran variedad de opiniones sobre el origen de la integración de la concha de vieira como símbolo del peregrinaje a Santiago.
Lo que sí es seguro es que la concha de viera pasó a llamarse “Concha de Santiago” porque cuando los peregrinos llegaban a Santiago de Compostela, se les entregaba un pergamino que los confirmaba como peregrinos y se les colocaba sobre su sombrero y capa la concha de vieira, que es de suponer que “entre otras cosas”, demostraba su estancia en Santiago, de modo que de regreso a sus pueblos de origen no quedaba duda de su “logro y méritos personales”.
De hecho, existía un importante mercado en la ciudad de Santiago entorno a la comercialización de las conchas de vieira, cuya venta fuera de esta ciudad estaba escrupulosamente prohibida bajo amenaza de excomunión de la Iglesia Católica. En los distintos establecimientos de la ciudad se vendían no sólo conchas auténticas traídas desde las playas de Galicia, sino toda una variante de pequeñas conchas peregrinas en distintos materiales que se vendían a modo de souvenirs, amuleto y recuerdo para los familiares y amigos de los peregrinos y visitantes de la ciudad.
Así fue como la concha de vieira se convirtió en “concha peregrina”, al significar la culminación del peregrinaje a Santiago, por ser entregada a los romeros que llegaban a la ciudad.
Desde un punto de vista religioso, las conchas, acomodadas a manera de dedos, se dice que significan las obras buenas, en las cuales el que dignamente las lleva debe perseverar, por tanto, como el peregrino lleva la concha, así cualquier humano mientras esté en el camino de la vida presente debe llevar el yugo del Señor, esto es: debe someterse a sus mandamientos.
Para otros, la Concha de Santiago es una estilización de la pata palmeada de una oca, símbolo para muchas tradiciones antiguas de reconocimiento iniciático, y por ese motivo estaría relacionado con el peregrinaje a Compostela.
Finalmente existe otra posible versión de su significado que a mí me parece la más adecuada; sería que la concha de vieira, como símbolo de Venus significa el renacer de una persona, su resurección; es decir, la “muerte” o superación del “ego” (egoismo y egocentrismo) para dar paso al “auténtico yo” (sencillo y humilde); que al fin y al cabo es la lección que se debería aprender realizando el peregrinaje a Santiago, y también la gran lección de la peregrinación del ser humano por esta vida.
Existe una leyenda que intenta dar una explicación a la elección de la vieira como símbolo jabobeo:
Se cuenta que sucedió en las inmediaciones del lugar donde se varó la barca que transportaba los restos del apóstol Santiago desde Palestina.
Al parecer, tras la celebración de una boda, iba la comitiva acompañando a los novios siguiendo la tradición que mandaba regresar caminando desde el templo hasta el hogar de la novia, donde se celebraría el banquete. El recorrido discurría por la playa, que presentaba un gran oleaje. En un momento determinado la comitiva distinguió en el horizonte una barca a la deriva que se acercaba a la playa corriendo serios riesgos de naufragar. Ante esta visión el novio, que cabalgaba junto a su recién estrenada esposa, se decidió a acudir en ayuda de los apurados navegantes y se internó en las aguas sin desmontar de su caballo. Una gigantesca ola lo arrastró hacia las profundidades y, viéndose perdido, invocó a los cielos ayuda.

Inmediatamente sintió una extraña fuerza que lo arrastraba hacia la orilla. Caballo y jinete pisaron tierra firme justo en el momento en que la barca que transportaba los restos del Apóstol alcanzaba la orilla. Al salir de las aguas, toda la comitiva pudo observar que, tanto jinete como cabalgadura, estaban completamente cubiertos de conchas de vieira.
Todos los presentes consideraron la salvación como un milagro debido a la intercesión del cuerpo que se transportaba en la barca y quedaron así indisolublemente unidos para siempre la imagen de Santiago con la concha de vieira.
Esta leyenda intentaría, por tanto, explicar la elección de la vieira como símbolo de la peregrinación a Santiago, realizada por el mismísimo Apóstol.
La leyenda: “El milagro del Cavallero de las Vieiras”, constituye el primer milagro del Apóstol Santiago, y que los hechos en ella descritos tuvieron lugar en la playa de la población de Bouzas.
Para justificar que el milagro se produjo en “su tierra”, la Cofradía aporta diferentes fuentes. Una ha merecido mi especial atención porque además de citar el nombre de Bouzas, aporta una “versión” de la leyenda que yo proporciono en el primer post sobre este tema y que merece la pena ser difundida.
Aparece en “Historia del Apostol de Iesus Chisto Santiago Zebedeo Patrón y Capitan General de las Españas”, de D. Mauro Castellá y Ferrer, un libro antiguo reeditado por la Xunta de Galicia, y que hace mención al milagro del Cavallero en la página 124 y siguientes, donde se lee:
“MILAGRO QUE OBRO DIOS POR EL APOSTOL SANTIAGO EN EL MAR OCCIDENTAL DE ESPAÑA, ANTES DE LLEGAR SU SANTISIMO CUERPO A IRIA FLAVIA”.
“…….. Cando chegaron dereitos de Portugal, e xa por la costa de Galicia, à un lugar que chaman Bouzas había unha grande festa…” Sigue haciendo mención de que muchos de los hombres a caballo hacían manifestación de su hombría jugando con lanzas (bafordo), “Entre estes que bafordaban, bafordaba o noivo no seu corcel ía bafordando, o cabalo dun súpeto pulo meteuse no mar e mergullóu. E só víase como un ronsel de escamas que aboiban por riba das onda do mar e ía cara a nave ú andaba o Corpo de Sant-Iago. En cabo saíu o cabalo co seu cabaleiro a tona do mar alí mesmo á carón da nave: E todos desde terra poderon albiscar aquel mirage. E o cabaleiro catouse, e víu o cabalo e a sela e o pectoral e as estribeiras e os panos todos cheos de vieiras……………”
“……rogasen a Dios les declarase el enigma de aquellas veneras, de que fe hallaua adornado: Ellos lo hizieron y les respondió una voz, que aquellas veneras era inssignias de que andarian adornados los devotos y Peregrinos de Satiago por suyos, y que por ellas como suyas seria conocidos y gratificados de Dios en esta vida y en la otra por el servicio que avian hecho al Apostol.
E despois, todo pelengrino que había d´ire no andante a Compostela en procura de Sant-Iago levaba por sinal as cumchas de vieira no chapeu e na escravina de saial”.

Tomado de:
Otros son también los símbolos tradicionalmente asociados a las peregrinaciones jacobeas. Representativos a este respecto son los bordones y las calabazas que tradicionalmente prestaron sus servicios como cantimploras. Más recientemente se han popularizado los emblemas propios de órdenes militares y hospitalarias medievales como la "tau" de los antonianos, la cruz de los templarios o la cruz de Santiago.
Igualmente la versión más moderna de la concha de vieira, el símbolo más universalmente identificado con la ruta jacobea, es el diseño de los españoles Macua y García Ramos que representa una esquemática concha de vieira amarilla sobre el fondo azul (colores de la Unión Europea) que aparece en paneles informativos, carreteras, autovías, puntos de información, etc.




Otro símbolo popular del Camino es la famosa flecha amarilla con la que se indica el itinerario real, el que atraviesa pueblos, descampados, bosques y ríos. Esta flecha de color amarillo fue una iniciativa de uno de los personajes clave en el resurgimiento de las peregrinaciones jacobeas. Nos referimos al difunto padre Elías Valiña, experto peregrino y párroco de O Cebreiro, que comenzó a señalizar la ruta con este símbolo luego extendido por todo el recorrido.
Puedes escuchar el podcast sobre la catedral de Santiago, en Saltillo Coahuila, aquí: