La verdad sobre los vampiros está lejos de su leyenda romántica. Así ha quedado patente en Bulgaria, dónde el hallazgo de la tumba de un supuesto "bebedor de sangre" ha revelado su vinculación con algunas costumbres paganas precristianas de los Balcanes.
El descubrimiento, realizado el domingo 10 de junio de 2012, cerca de un
monasterio medieval en la pequeña ciudad de Sozopol, a orillas del Mar Negro,
muestra a un hombre que había sido enterrado con un hierro clavado en el
corazón, explicó el director del Museo Nacional de Historia, Bozhidar
Dimitrov.
El supuesto vampiro, o mejor dicho, un esqueleto de hombre
que en vida medía unos 175 centímetros, pero cuya identidad y edad todavía se
desconocen, fue enterrado en una casa con un trozo de hierro de un arado
clavado en el corazón y se halla a partir de hoy en el Museo Nacional de
Historia en Sofía.
El personaje, que data del siglo XIV, es una muestra de la
costumbre pagana consistente en atravesar el corazón de fallecidos con una hoja
metálica para que no resucitaran de entre los muertos.
Así lo explicó a la prensa el director del museo,
Bozhidar Dimitrov, al presentar el hallazgo, tras datar el origen de la
creencia en los vampiros en la Edad Media o incluso más temprano, en la época
precristiana o primeros siglos de los conversos cristianos en el reino búlgaro.
"Los vampiros son parte de la mitología búlgara y la
creencia en ellos data de la época precristiana, pero el cristianismo los
rechazó", explicó Dimitrov, un conocido historiador búlgaro.
Según el científico, la creencia popular en aquella época
consistía en que al morir una persona su alma iba al reino celestial, donde
recibía el reposo eterno, aunque esta prerrogativa solo valía para las almas de
los justos y sin pecados, y que habían respetado las entonces normas morales.
Por el contrario, las almas de los malvados se quedaban en
sus cuerpos y muchas veces salían de la tierra para beber sangre, primero de
animales y posteriormente de seres humanos, según la leyenda.
Por ello, para prevenir que el difunto se convirtiera en un
vampiro, en la noche inmediatamente después del entierro, y siempre antes de
medianoche, un grupo de valientes exhumaba el cadáver y le clavaba un hierro o
un palo de madera en el pecho.
"Los más ricos usaban hierro y los pobres clavaban
madera", aseguró Dimitrov, tras añadir que así se creía que el peso del
material presionaría al muerto y no le permitiría levantarse.
Apuntó también que el esqueleto en cuestión ha sido
encontrado detrás de una iglesia medieval, un lugar reservado especialmente
para enterrar a personas importantes y de alto rango social, como alcaldes,
recaudadores de impuestos, consejeros municipal o sacerdotes.
"Pero podría ser también un pirata marítimo que actuaba
en esta región en aquella época. Era conocido como Krivich, o el Curvo en
búlgaro", supuso Dimitrov.
Y recordó que poco después del primer hallazgo, se encontró
una segunda tumba un cadáver también atravesado por un hierro, del que se
sospecha que, por la constitución de los huesos y la cercanía a la primera
tumba (tan solo 50 centímetros), podría ser su esposa. "Lamentablemente, los huesos de la supuesta esposa
están en muy mal estado y no se pueden trasladar. ", señaló Dimitrov.
"Uno de los empleados no paraba de santiguarse al lavar
los huesos", anotó.
El arqueólogo al origen del descubrimiento, Dimitar Nedev,
estimó que este esqueleto y otro más endeble, al lado, "serían
intelectuales del siglo XIV adelantados respecto a las ideas de su época".
"Eran temidos y por lo tanto enterrados más allá del recinto" de la ciudad.
Los rituales para impedir que las personas se conviertan en
vampiros después de su muerte existen en todas partes en Bulgaria, todavía hoy
en día, explica el profesor de etnología Ratchko Popov.
El vampiro es imaginado como un ser feo --tuerto, con joroba
o cojo-- o demasiado viejo, que se alimenta con sangre de ganado, pero que
también puede atacar a los seres humanos. Como el vampiro en principio teme el
agua, pueblos enteros de la región de Strandja se mudaron al otro lado
de un río para huir, recuerda.
"Tras la muerte de mi marido, en 2008, hemos efectuado
un rito: con un huso de madera, hemos agujereado la tierra de su tumba para que
se quede", indica Zara Dimitrova, una institutriz jubilada del pueblo Novo
Selo.
"Mi tía ató los pies de mi tío fallecido con los
cordones de sus zapatos para impedir que vuelva como vampiro", declara
Valia Ivanova, una intérprete de Sofia.
El tratamiento contra el vampirismo engloba diversas
prácticas. En el caso del esqueleto de Sozopol se le atravesó el corazón
con una reja de arado.
En la ciudad antigua de Deultum, cerca de Sozopol, se
descubrieron en 2004 en una tumba tracia seis esqueletos de los siglos IV o V
con los brazos y las piernas enclavados y enterrados profundamente. Estos
esqueletos, rodeados por piedras talladas, otra medida contra la resurrección
en vampiro, son los más antiguos que testifican de esta práctica en el
territorio búlgaro, según el arqueólogo Petar Balabanov.
El 12 de junio, el arqueólogo Nikolai Ovtcharov anunció el
descubrimiento en un monasterio en Valiko Tarnovo de un esqueleto, que
todavía no ha sido fechado, atado al suelo con grapas de hierro, tres en las
piernas y una del lado izquierdo del tórax. También estaba cubierto con carbón
quemado.
Tomado de:
Agencia EFE y AFP.
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